Cuatro de diez escuelas no cuentan con pisos de concreto.
A finales del 2014, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación levantó en mil 425 primarias de todas las entidades del país, con excepción de Oaxaca, la Evaluación de Condiciones Básicas para la Enseñanza y el Aprendizaje, con la finalidad de dar cuenta de las condiciones mínimas necesarias para poder garantizar el derecho a la educación: infraestructura, mobiliario, materiales, personal, gestión, organización y convivencia escolar. Se trata de un enfoque sistémico que intenta dar cuenta de un fenómeno complejo, como es el educativo. Los resultados generales se dieron a conocer en noviembre del 2015 y el pasado junio se presentó el primer informe temático que comprende las condiciones básicas referentes: 1) infraestructura para el bienestar y aprendizaje de los estudiantes; 2) mobiliario y equipo básico para la enseñanza y el aprendizaje, y 3) materiales de apoyo educativo.
El escenario que nos dibuja no es muy alentador, cuatro de diez escuelas no cuentan con pisos de concreto con algún recubrimiento; en tres de cada diez disponen para que los niños se laven las manos sólo de agua proveniente de tambos o contenedores; en dos de cada diez el mobiliario que utilizan los estudiantes no es adecuado para su complexión y en esa misma proporción no se puede escribir en los pizarrones; en seis de cada diez no cuentan con computadora funcional y en esa relación no hay disponibilidad de Internet; la mitad de las escuelas no cuentan con recursos digitales y multimedia; y las tres cuartas partes no hay materiales para actividades artísticas. En estos indicadores, la constante es que las escuelas comunitarias (CONAFE) y las multigrado, presentan en mayor proporción de ausencias en las tres dimensiones evaluadas.
Preocupa particularmente, las evidencias de aspectos que ponen el riesgo la integridad física de niñas y niños, como son que el 37.5% de las escuelas presentan instalaciones eléctricas en mal estado; 32.4% muros agrietados, con exceso de humedad, inclinados, derruidos o incompletos; y 43% presentan techos agrietados, con exceso de humedad, o derruidos. En este tipo de indicadores son las escuelas generales no multigrado (urbanas), en donde la incidencia de riesgos es mayor.
Finalmente, llama la atención los reportes sobre los libros de texto gratuito, en donde México fue pionero y que durante muchos años colocó a nuestro país como un ejemplo internacional, ya que en cuatro de cada diez escuelas los alumnos no cuentan con los juegos completos de libros.
El informe nos muestra de manera constate la desigualdad y las inequidades en la oferta educativa, ya que en los contextos más desfavorables, los rurales y los indígenas, se presentan mayores niveles de precariedad en las escuelas. Adicionalmente nos convoca una vez más, a la urgente necesidad de invertir en mantenimiento.
Hay evidencia de que el no contar con los mínimos básicos, afecta la función educativa, ya que tiene impactos negativos sobre el aprendizaje de los alumnos. Pero además y de manera no menos importante los espacios escolares, son espacios sociales. La escuela representa el primer contacto directo de niñas y niños, con lo público, con el gobierno. El mensaje, es fundamental en la construcción del imaginario social sobre el Estado. La obligación es que las escuelas reflejen el respeto a los ciudadanos, el trato digno y la intencionalidad de cumplir con la garantía de sus derechos. Y más allá del currículo, las niñas y niños aprenden de eso, las condiciones de la escuela sin duda, son el mensaje.