lunes 29 abril, 2024
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COLUMNAS SARAÍ AGUILAR

«EL ARCÓN DE HIPATIA» El caso Leticia Dolera: de cuando el feminismo está en el banquillo

 

El ser considerada una gurú de la igualdad de género no exime de caer en polémicas y denuncias de discriminación contra otras mujeres.

Al menos eso es lo que le aconteció el año pasado a la actriz y directora española Leticia Dolera, quien se ha posicionado en su país como toda una abanderada del feminismo, y que por esto mismo fue severamente acusada de actuar en contra de su propia causa.

Dolera ha centrado sus esfuerzos en denunciar el machismo existente en la sociedad, tanto en medios de comunicación como en sus redes sociales. Su intenso activismo ha dado de qué hablar en los medios, ya sea por su postura frente al escritor Arturo Pérez Reverte por el uso de lenguaje inclusivo o por ser una activa promotora de las acusaciones de acoso contra Morgan Freeman, que al final resultaron falsas.

Pero el caso que puso a Dolera en el ojo del huracán fue que, durante el rodaje de la nueva serie de Movistar+, ‘Déjate llevar’, prescindió de la actriz Aina Clotet, quien llevaba uno de los papeles principales, y que antes de iniciar el rodaje le reveló que estaba embarazada.

La serie cuenta la historia de tres mujeres que atraviesan una crisis vital y que se irá desarrollando a lo largo de ocho capítulos. Según ha explicado la cineasta, “el papel reservado para Clotet era el de una mujer que se toma la píldora para no quedarse embarazada, que quiere reconectarse con su sexualidad y su sensualidad, por lo que hay diferentes escenas de sexo que no podían encajar con una persona que, al inicio de la grabación de la serie, estaría embarazada de cuatro o seis meses”.

Sería muy extenso reproducir en este espacio la diatriba generada. Si era porque los costos de la póliza del filme se elevaban demasiado o si es válido que se prepondere la apariencia física por sobre el talento, o si había forma de costear el pago de extras, y un largo etcétera de argumentos.

El dato duro que no se pudo obviar fue que a una mujer se le relegó por estar embarazada, y eso alimentó el fuego en las redes.

Lo que nos deja en evidencia diferentes reflexiones. Al día de hoy, con feminismo o sin éste, la sociedad en general aún no tiene la respuesta ideal a las múltiples problemáticas que genera un embarazo imprevisto, y que concilien de la mejor forma posible los derechos y voluntades de las mujeres con las necesidades o requerimientos de la dinámica laboral

En ese contexto, y contrario a la propia vocación de Dolera, ella optó por repetir los patrones de discriminación contra la mujer. Muestra palpable de qué tan profundamente están enraizados.

Y es que el caso de Clotet es el que miles de mujeres viven a diario: pagar el costo de decidir ejercer una maternidad.

Dolera olvidó que la lucha feminista lleva años peleando por el derecho a decidir en nuestras funciones reproductoras, pero la libre decisión no sólo abarca la posibilidad de interrumpir el embarazo y no ser penalizada por ello, sino el derecho a decidir ser madre sin pagar consecuencias por serlo.

Esto nos deja una lección en la causa feminista. Pues ante el yerro de Dolera, no pocos se levantaron y señalaron la incongruencia en el feminismo.

Y no, el feminismo no fue quien le falló a Clotet ni a otras mujeres embarazadas. Fue la necedad de generar iconos y agendas únicas en blanco y negro, en una causa que debe ser horizontal y plural.

El feminismo debe ser un espacio en el que se respeten la capacidad de decidir y la libertad de pensar, actuar y diferir. Y, aun con el costo que implique, luchar por la defensa de los derechos de todas.

Sería mejor que el feminismo deje de dar prioridad a batallas culturales de si se usa o no lenguaje inclusivo, o si censuramos a los escritores que siglos atrás recurrieron a la misoginia. Toca dar la lucha para que decidir ser o no ser madre se asuma con normalidad, que el ser mujer plena no implique renunciar a otras facetas.

Y un consejo para Dolera: ser feminista no es señalar los yerros de los demás. Es luchar por la igualdad efectiva, aunque esa lucha le cueste a uno. Eso es la sororidad de la vida real.

 

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