martes 14 mayo, 2024
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COLUMNAS GILDA MELGAR

«DOLCE ÁLTER EGO»: No hay verano sin “Peaches and creame”

Aunque faltan 20 días para la llegada del verano, la ola de calor que enfrenta el país, principalmente los estados del norte, sureste, pacífico, no sólo nos pone en modo de alerta sanitaria, sino que también –como no queriendo la cosa– adelanta nuestro ánimo vacacional.

De plano yo ya estoy en la cuenta regresiva de mis vacaciones de playa y por eso he comenzado a preparar algunos postres frutales y refrescantes que disfruto desde que era una niña.

En verano me vuelvo obsesiva con las bayas, especialmente con las cerezas. Pero también procuro consumir toda clase de frutos del duraznero, o sea, albaricoques, chabacanos, damascos, melocotones y nectarinas. Simplemente esas frutas amarillo-anaranjadas con tonos rojizos, aterciopeladas, cremosas, jugosas y de ligero sabor a mantequilla no pueden faltar en mi mesa de verano.

Mi primera evocación del durazno está el el Peach Melba, un postre clásico de principios de los años 20 inventado por el chef Auguste Escoffier para una cena que el emblemático Hotel Savoy de Londres ofreció a la soprano Nellie Melba, el cual se volvió muy popular entre los estadounidenses en la década de los 60. Se prepara con dos bolas de helado de vainilla, trozos de durazno y salsa de frambuesas. Dos frutas representativas del verano.

Habiendo nacido en un país subtropical en el cual sólo se daba una especie pequeña y ácida de durazno, mi primer deleite con un melocotón fresco, grande y jugoso se dio en México, con un ejemplar de Chihuahua. Su olor tan sensual me llegó al alma y entendí por primera vez a qué se refería esa frase de “tienes piel de durazno”.

Aunque en México hay cosecha de duraznos todo el año, es entre los meses de abril y septiembre que se recolecta el 75 por ciento de la producción nacional. Pero la fruta está en su mejor momento en los meses del verano, cuando también puede conseguirse a mejor precio.

Michoacán, Chihuahua, Zacatecas, Sonora, Estado de México y Puebla son los mayores productores del país, cultivando cerca de ¡60 variedades! Es increíble.

Gran parte de nuestros duraznos se utilizan en la industria de alimentos dulces, como yogures, mermeladas, helados o enlatados en almíbar, etcétera. Pero también se incluyen en grandes platillos salados. Cómo imaginar el relleno para los Chiles en Nogada sin el durazno criollo de Calpan, Puebla.

Los duraznos en almíbar con crema fresca son un postre sencillo y grandioso a la vez. Recurro a él cuando mis hijos quieren algo dulce después de una comida casera en sábado.

La mermelada de durazno es ingrediente principal en tres de mis tartas favoritas para las navidades: la Sacher torte, la Linzer torte y el Fruit cake.

Para honrar el verano que ya viene preparé un “Clafoutis con duraznos criollos de Zacatecas al romero”, una tarta-flan propia de Limousine, Francia, que originalmente se preparaba con cerezas, peras o manzanas. Elegí la variedad del durazno criollo (entre 60 y 80 pesos el kilo) porque está a punto y ahora mismo el kilo cuesta bastante menos que el melocotón (120 pesos el kilo).

Espero que como yo, ustedes también disfruten de las maravillas del duraznero, porque definitivamente no hay verano sin Peaches and Cream.

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