Lo que sí sorprendió a la mayoría fue el “carro completo” que logró.
Apenas en mi columna del lunes decía que la elección en Estados Unidos estaba tan cerrada que eran posibles tres escenarios. Y efectivamente ganó uno de ellos, el segundo (porque tenía esperanzas en Hillary Clinton) más lamentable, que no increíble. Efectivamente, Donald Trump “sacó el verdadero yo del estadounidense xenófobo, racista, misógino, amante de las armas, de las tardes de barbecue y cerveza; el que tiene colgada en su ventana o patio la bandera estadounidense; el “ciudadano medio” que ha visto perder la posibilidad de vivir de los créditos hipotecarios interminables y de una pensión vitalicia; aquel norteamericano furioso con la pérdida de la comodidad a la que estaba acostumbrado y que culpa a los mexicanos, centroamericanos, sudamericanos y asiáticos de su desgracia” (http://bit.ly/2f9woiL).
Ganó el discurso del enojo, el voto de la furia contra los políticos tradicionales que no cumplen. Porque Donald Trump pasó de ser un empresario a ocupar la presidencia de la nación más poderosa del mundo. Llegó al Everest en elevador. En el fondo, la irracionalidad tiene razón. En pocas palabras, no hay que sorprenderse de que un tipo como Trump haya llegado a la Casa Blanca: en tiempos de turbulencia y enojo social, cualquier calamidad y locura pueden ocurrir. Ahí está un ejemplo más (recordemos el Brexit, el No al acuerdo de paz en Colombia, etc.) Lo que sí sorprendió a la mayoría fue el “carro completo” que logró. Los republicanos también controlarán el Congreso.
Pero ¿Los Trumps y los Berlusconis surgen por generación espontánea? Aquí tenemos a los Cuauhtémocs Blanco, a los “Broncos”…
¿Acaso las redes sociales y los medios tradicionales no festejan y ensalzan la incorreción política? ¿Las ocurrencias no ganan titulares y seguidores?
¿Que los partidos políticos no son causantes de ese hartazgo? ¿Será que hay todavía quienes creen que la gente no está cansada de escuchar cada determinado tiempo (dependiendo de cuánto dure el cargo) que las cosas “van a mejorar”, que “habrá mejores oportunidades de empleo”. ¿Creerán algunos ingenuos que los ciudadanos no están cansados de oír de despilfarros y corrupción?
El triunfo de Trump cayó como balde de agua helada al mundo. ¡Pobre mundo!
Muchas cosas tendrán que analizarse, por ejemplo: ¿Cómo votaron las mujeres, los hispanos y en especial los mexico-americanos?, dar a conocer la política interna y externa de los Estados Unidos.
Habría también que recordar al premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, quien en un artículo reciente escribió que la desigualdad era “causante de fenómenos como Donald Trump”. Sí, esa desigualdad que ha permitido el enriquecimiento desmesurado de muy pocos y el empobrecimiento muchos. Tiempos de reflexión y de retomar valores universales. La desigualdad es campo de cultivo para los demagogos.