Un libro que nos invita a reflexionar sobre nuestra sociedad “moderna”.
Recuerdo mi etapa de estudiante. Desde la secundaria soñaba con estudiar y trabajar al mismo tiempo. Probablemente las circunstancias familiares me orillaban a pensar así. Mi preocupación era acabar pronto la prepa y una carrera. Tenía la certidumbre, porque así lo escuchaba y así lo veía con conocidos, que una vez que me recibiera, vendría lo que tanto anhelaba: un buen empleo. Desde el segundo semestre de la licenciatura en periodismo comencé de forma imparable en el mundo laboral. Todavía entre los 80 y 90 la máxima de “carrera terminada-igual a empleo” era una fórmula casi infalible.
Revisar las cifras de desempleo entre los jóvenes universitarios en México, Estados Unidos y Europa, da escalofríos. Una proyección de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) advierte que para el 2020 más de 300 mil egresados de universidades en el país enfrentarán un escenario de desempleo, si la economía no aumenta su nivel de crecimiento.
Por un lado la economía pero por el otro, la tecnología apabullante, los flujos migratorios; este mundo globalizado donde se abren y se cierran fábricas, se crean y se deshacen empresas de acuerdo a las exigencias. Todo eso provoca una enorme incertidumbre. Los seres humanos están convertidos en rehenes de las circunstancias.
Y si alguien pensaba que sentirse muchas veces descobijados e inseguros tiene que ver con depresión o cualquier otra alteración mental, podría estar en un error. Al menos es la sensación que me dejó el libro “Tiempos líquidos” de Zygmunt Bauman. Con una claridad impresionante, Bauman resume que efectivamente en estos momentos nada parece afianzarse a nada.
Puse el ejemplo de los jóvenes universitarios, pero según “Tiempos líquidos” esto llega hasta los gobiernos. Advierte Bauman que el que detenta un cargo público, no necesariamente tiene el poder. “La ausencia de control político convierte a los nuevos poderes emancipados en una fuente de profundas y en principio, indomables incertidumbres. La carencia de poder- remata- resta progresivamente importancia a las instituciones políticas existentes y son menos capaces de responder a los problemas cotidianos de los ciudadanos”.
En 155 páginas, Bauman expone, por ejemplo, que las sociedades ya no están protegidas por el Estado. Ahora se hayan expuestas a la voracidad que la fuerzas del estado no controla. Hay demasiado individualismo, se han debilitado vínculos humanos e incluso de la solidaridad. Todo parece efímero. La vida moderna, ha hecho una vida líquida. Nada es seguro. Ni establecer relaciones de pareja. Dice de manera durísima que el mundo actual ha convertido a hombres en deshechos vivientes. Hará bien leer “Tiempos líquidos” porque el autor también propone cómo enfrentar estos tiempos tan voraces que parecen minar a los espíritus más fuertes. “Tiempos líquidos” que invitan a tiempos de reflexión y fortalecernos como seres humanos.
