El enfrentamiento Yunes vs Duarte provoca rechazo social hacia los políticos.
En un hecho inédito, por el cinismo mostrado, el actual gobernador de Veracruz, Javier Duarte y el electo, Miguel Ángel Yunes han iniciado una guerra de acusaciones sobre quién posee más propiedades, negocios y dinero debido a sus cargos públicos. En pocas palabras, ¿quién es el más corrupto?, porque finalmente se acusan de haberse enriquecido de manera ilegal, chanchullesca o marrullera, por decir lo menos.
En medio de este circo, hasta ahora mediático –¿dónde están las autoridades que tendrían que investigar?-, lancé en la red social Facebook la siguiente pregunta: ¿A quién creerle, a Duarte o a Yunes?
De inmediato aparecieron más de 50 comentarios en los que amigos feisbuqueros como Roddy Ortiz dice: “No hay a quién irle. Ningún político de ningún partido y sus huestes son honestos. Por definición son corruptos a lo bestia”.
Alma Lilia Hernández sentencia así: “Los dos son la misma basura”. Ofelia Hernández Pereyra: “A ninguno de los dos, son lo mismo con diferente color (refiriéndose a los colores partidistas)”.
No encontré un solo comentario en el que se defendiera “la verdad” de alguno de los dos. A mi mente vino uno de los artículos de antología del escritor y articulista del periódico “El País” de España, Javier Marías. Con su estilo siempre mordaz, caústico e inteligente, Marías invitaba a la reflexión: “¿Por qué si la población siente aversión a ellos, tienen muy mala fama desde hace mucho? ¿Por qué quieren ser políticos? Remachaba: ¿Por qué quieren serlo si reciben insultos, no tienen simpatías ni la admiración de los ciudadanos -más que de sus militantes-? -Si quieren más pruebas de esto, por favor consulten mi perfil en Facebook-.
Por lo que escribió Marías, intuyo que la mala fama persigue a los políticos del mundo. Muy pocos se salvan. Pero en la clasificación que da el escritor está probablemente la clave del porqué muchos quieren ser políticos. Escribe Marías, quieren ser políticos: A) Sujetos mediocres que nunca podrán hacer carreras ni tener buenos sueldos, si no fuera por incursionar en un medio poco exigente como la política. B) Sujetos que ven un modo de enriquecerse. C) Los que ansían tener poder, se les respete y salir en la tele; “ser alguien”. D) Los fanáticos de sus ideas que aspiran a imponerlas. E) Individuos con verdadera vocación política de servir a los demás ciudadanos.
Me encantaría repartir la columna de Marías a todas esas personas en este país que aspiran y suspiran por algún “huesito” (palabras de Gerardo Fernández Noroña) en la política. Un poco de autocrítica y honestidad no vendría mal. A menos que efectivamente, los del inciso “E” de la clasificación sean realmente “un animal extraño” o que la mayoría pertenezca a los incisos A, B Y C, porque finalmente después de tanto escándalo y lodo tirado, tan tranquilos como siempre.
