En las últimas semanas, Enrique Ochoa Reza, presidente del PRI, ha intentado etiquetar a sus adversarios sin mucho éxito.
Luego de que el Frente Ciudadano por México, que conforman PAN, PRD y Movimiento Ciudadano derrotara al PRI en el tema del nombramiento del Fiscal General, Ochoa Reza se lanzó en contra de Ricardo Anaya, presidente del PAN.
Anaya, implicado por una investigación de El Universal en la que se le acusa de hacer crecer su patrimonio al amparo de sus cargos públicos, acusó al PRI-Gobierno de quererlo desprestigiar por promover el veto al #FiscalCarnal y conformar un Frente para el 18.
Enrique Ochoa aseguró que Anaya debe responder por el “enriquecimiento anormal” de su patrimonio y el de su familia.
Además, le pidió que no tratara de “distraer a la opinión pública con la teoría del complot que le está siguiendo a su maestro López Obrador”.
La etiqueta de corrupto que Ochoa le quiere imponer a Anaya se diluye al momento en que el PRI y sus aliados en el Congreso son derrotados por el Frente.
A otro de los adversarios, a López Obrador, Ochoa Reza lo compara con Maduro, el presidente de Venezuela o con Donald Trump, el mandatario de Norteamérica.
Peor aún, dice que de ganar MORENA la elección, el futuro de México sería el que se vive en Venezuela o Corea del Norte.
Hubo muchos que fustigaron la decisión de Enrique Peña de imponer a Enrique Ochoa como sucesor de Manlio Fabio Beltrones al frente del PRI.
Pocos fueron los que defendieron la decisión del PPP (Primer Priísta del País). Hoy, las declaraciones de Enrique Ochoa parecen más salidas de alguien con bipolaridad que de un dirigente de uno de los partidos más importantes de México.
