jueves 02 mayo, 2024
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SARAÍ AGUILAR

«EL ARCÓN DE HIPATIA»: Ser mujer no es un riesgo de vida

La madrugada del 8 de septiembre, la estudiante Mara Fernanda Castilla fue vista por última vez cuando salió de un bar ubicado en San Andrés Cholula. Había solicitado el servicio de Cabify para regresar a su casa de forma segura. Pero no llegó.

Las investigaciones apuntaron desde un principio hacia el chofer de la unidad. En redes sociales se desató una campaña de apoyo para localizar a la joven, pero también otra de ataques contra la familia y de informaciones falsas sobre secuestros o hallazgos de cuerpos. Finalmente, el viernes pasado se informó oficialmente que Mara fue asesinada y el conductor está siendo procesado por feminicidio.

Días antes, el Rector de la Universidad Madero (UMAD), Job César Romero, había declarado que hechos como la desaparición de Mara se suscitan porque las mujeres se han vuelto más liberales. “Para mí se debe a la descomposición de la sociedad y a las libertades que las chicas tienen. Ahora, cualquiera de ellas puede salir a muy altas horas de la noche. Ellas han ido ganando espacios en las familias para tener esa libertad, esa autonomía para viajar en su carro o en otros medios. Yo creo que en esa libertad y en la descomposición de la sociedad se vuelven presas”, dijo el académico.

Las declaraciones anteriores cobran un sentido grotesco en un país que presenta 14 estados con solicitudes de Alerta de Violencia de Género (AVG) y siete entidades más con AVG ya declaradas; México se perfila como un Estado donde ser mujer (liberal o no) implica un riesgo inherente.  

De acuerdo con cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la violencia de género es algo cotidiano en México: 66.1% de las mujeres han sido agredidas, ya sea sexual, física, laboral y emocionalmente. Y si este panorama no fuese ya deplorable, del total de mujeres que han experimentado violencia física y/o sexual por otro agresor distinto a la pareja, sólo el 9.4% presentó una queja o denunció ante alguna autoridad.

Tras la polémica generada, la UMAD expidió un comunicado de que su rector no responsabiliza a las mujeres de estos hechos, sino que éstas son un blanco de la delincuencia. “Obviamente tenemos que avanzar y el empoderamiento de la mujer no debe detenerse, pero frente a los riesgos hay que ser más cuidadosos y desarrollar la disciplina personal de nuestro autocuidado”, dijo Job César Romero.

En la aclaración, la casa de estudios dice que el rector consideró que la situación obliga a todos, mujeres y hombres por igual, pero principalmente a las mujeres a tomar medidas de precaución para que pueda existir una garantía de que el riesgo será menor.

Las preguntas necesarias para la institución y el rector son: ¿La verdadera solución es normalizar la violencia y el riesgo? ¿Es ésta la clase de empoderamiento que sus alumnas necesitan, el “saber cuidarse”? ¿Acaso la desaparición de Mara y de tantas otras mujeres no son producto de la violencia y misoginia que se vive, sino de la “falta de disciplina personal en el autocuidado”? 

Resulta increíble que una institución educativa avale, a manera de disculpa de su máxima autoridad, el que ser mujer es en sí mismo es un factor de riesgo (al respecto surgió en redes el hashtag #MiCasaEsTuCasaHermana, una iniciativa de cooperación entre mujeres, bienintencionada pero que sigue relevando de su responsabilidad al Estado).  

Como mujeres, es hora de sentirnos orgullosas de las libertades conquistadas y de tener el coraje de defenderlas. De luchar por esas libertades que empoderan, que permiten disfrutar la vida. Sin culpas, porque ser libre no es motivo de vergüenza, pero tampoco de miedo. Se necesita libertad para alzar la voz y hacer conciencia de que el problema no radica en la autodisciplina en el cuidado. Sólo el fortalecimiento del tejido social que permitirá que no haya más vidas truncas como la de Mara Fernanda.

La lucha es por forjar un país donde la violencia de género no destruya más hogares, donde cada mujer pueda serlo a plenitud sin temores. Hasta ese día, será necesario seguir luchando. Hasta que llegue el día en el que ser mujer no sea un riesgo de vida.

 

 

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