jueves 21 noviembre, 2024
Mujer es Más –
Gerardo Villegas COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«EN TACTO CON GAIA. BREVARIO DE MUJERES ARTISTAS» Djuna Barnes II

 

Segunda y última parte.

EL BOSQUE NOCTURNO DE DJUNA BARNES, UNA ESCRITORA REBELDE

Como se mencionaba en la primera parte, hacia 1920 finalmente Djuna emigró a París, ahí se unió al grupo de mujeres escritoras y artistas de la Rive Gauche que incluía, entre otras, a Gertrude Stein, Ella Gwendolyn Rees Williams, mejor conocida como Jeanne Rhys, Alice B. Toklas, Janet Flanner, Adrienne Monnier, Colette, Anaïs Nin y Sylvia Beach, esta última célebre editora del Ulysses de James Joyce y dueña de la librería Shakespeare & Co. Este círculo también era frecuentado por Ernest Hemingway, Ezra Pound, Henry Miller, Francis Scott Fitzgerald, Erik Sati, y Pablo Picasso, entre otros asiduos al barrio latino a las orillas del Sena, entre callejones empedrados, fumadores de opio y bebedores de ajenjo endulzado con láudano.

Djuna también sostuvo un amorío con la artista Dadá y baronesa alemana, Elsa von Freytag-Loringhoven, con quien inició correspondencia en 1923. Tiempo después la también poeta y precursora del performance le propuso a Barnes un matrimonio erótico, cuyo fruto fue un intento de biografía de la artista que la escritora redactó durante cinco años. Además, Djuna se ocupó, junto con Peggy Guggenheim y otros amigos, de la manutención de von Freytag-Loringhoven hasta su aparente suicidio producto de la locura y la depresión, con lo que se cerró una de las historias amorosas más extravagantes que la Barnes estableció en su vida.

Más tarde, Djuna entrevistó para Vanity Fair al ya célebre y colsolidado autor, James Joyce, a quien definió como “el hombre que es, en la actualidad, una de las figuras más significativas de la literatura”, https://www.vanityfair.com/news/1922/03/james-joyce-djuna-barnes-ulysses. Tras su encuentro, Barnes describió al autor de Dubliners como “un hombre que ha sido más crucificado en su sensibilidad que cualquier escritor de nuestra época” https://www.vanityfair.com/news/1922/03/james-joyce-djuna-barnes-ulysses 

Así, de esa extraña manera, Barnes reconoció en Joyce a “un hombre en el que nunca puse mis ojos” https://www.vanityfair.com/news/1922/03/james-joyce-djuna-barnes-ulysses, aludiendo la manera habitual que los artistas libertinos de esos años sellaban sexualmente su amistad, así que simplemente corroboró y escudriñó al genio.

-¿Y en Ulysses? —preguntó Barnes en la entrevista, 

Todos están allí, los grandes conversadores, ellos y las cosas que olvidaron, en Ulysses he registrado, simultáneamente, lo que un hombre dice, ve, piensa y lo que verá, pensará, y dice que hará. A lo que ustedes los freudianos llaman subconsciente, pero en cuanto al psicoanálisis, “no es ni más ni menos que un chantaje”, respondió Joyce.

Tras una pausa, el dublinés sentenció, – “no serviré a lo que ya no creo, mi patria o mi iglesia: e intentaré expresarme en mi arte tan libremente como pueda y tan completamente como pueda, utilizando para mi defensa, las únicas armas que me permito usar, el silencio, el exilio y la astucia”.

 -Esto es de alguna manera Joyce, y uno se pregunta, si al fin Irlanda ha creado a su hombre-, sentenció Barnes. 

La segunda novela de Djuna, Nightwood (1936), representa su obra maestra, esta aborda esta los amores homosexuales y heterosexuales de cinco extraños personajes, a veces incluso grotescos. Está redactada en un estilo fluido, que evoca la escritura isabelina y el inglés antiguo. Sus capítulos están separados en tiempo y espacio, aunque algunos críticos señalan que es autobiográfica y que los personajes de la novela se basan ficcionalmente en el círculo lésbico de París, del que Barnes fue partícipe insigne.

Nightwood narra la historia de una mujer, Robin Vote, y sus aventuras amorosas en París en la década de 1920. Robin, quien se casó primero con Felix Volkbein, pronto se enamoró de una mujer llamada Nora Flood. Éste es el personaje que muchos analistas suponen que es Djuna; más tarde Robin abandona a Nora por otra mujer.

Sobre esta obra, el poeta británico T.S. Eliot escribió: “Lo que dejaría al lector preparado para encontrar es el gran logro de un estilo, la belleza del fraseo, la brillantez del ingenio y la caracterización, y una calidad de horror y fatalidad casi relacionada con la de la tragedia isabelinahttps://www.bl.uk/collection-items/nightwood-by-djuna-barnes-with-a-preface-by-t-s-eliot

A su vez, Sylvia Beach, editora de Joyce, explicó que la escritura de Barnes, “con su extrañeza y su nota melancólica, contrastaba con ella. Una sonrisa encantadora, no se parecía a la de ningún otro escritor de su época”. http://brbl-archive.library.yale.edu/exhibitions/cvvpw/gallery/barnes1.html

Djuna alguna vez le confesó a un amigo que Nighwood estaba escrita en sangre “mientras aún estaba en ejecución”, https://www.faber.co.uk/9780571235285-nightwood.html. Lo obvio es que ella tampoco se esforzó por disimular que la trama abordaba su relación fallida con la artista Thelma Wood, quien la abandonó por la traductora, Henriette Alice McCrea-Metclaf. El hecho es que los entretelones reales en los que Barnes basó su literatura y la multiplicidad de formas en las que la recató, marcaron un hito para la crítica posterior a su tiempo.

De esa manera se forjó la leyenda de esta mujer revolucionaria de mirada profunda y retadora, desde entonces su personalidad devino en un mito secreto para espectadores afines a la vida bohemia parisina de la primera mitad del siglo veinte.

Después de 1940, cuando regresó a Estados Unidos, Barnes escribió poco y vivió una existencia discreta en el célebre barrio neoyorquino de Greenwich Village. Siempre se rehusó a que gran parte de su trabajo fuera reimpreso. Su obra de corte modernista ha sido emparentada por la crítica con figuras de la talla de T. S. Eliot, Virginia Woolf, William Faulkner y James Joyce. Durante los últimos 46 años de su vida, Barnes terminó solamente dos libros: The Antiphon (1958), poesía, y Criaturas en un alfabeto (1982), colección de poesía que toma la forma de un bestiario. A pesar de esto, sus archivos evidencian que escribió obsesivamente, a menudo reescribiendo los mismos poemas docenas de veces y vivió el resto de sus días reticente, iracunda y amargada, sin establecer contacto con admiradores ni académicos.

En una carta fechada el 31 de mayo de 1963, Djuna le confesó a una amiga ser “la desconocida más famosa del siglo, he sido amada por algo extraño y me ha olvidado”. Aunque su vida y obra aún están por abrirse a nuevas generaciones de escritores y críticos, además de especialistas en literatura queer, gay o lésbica, el recuerdo de esta mujer libre deambula por las calles parisinas, al nivel de Joyce, mago literario con quien el diccionario de Literatura Europea de la editorial británica Peguin, la equiparó, en genio y figura.

Desafortunadamente existen pocas versiones de la obra de Barnes en español, una de ellas de pésima manufactura de traducción y edición, la publicada por Anagrama durante los años ochenta. Actualmente, el archivo Barnes reside en la Universidad de Maryland, en la Biblioteca de Hornbake, en espera de lectores e investigadores.
    

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