En México despedir a alguien es carísimo y si esto se conjuga con corrupción, el problema es mayor.
Llegaba tarde a la cena en el Hotel Hilton. La reflexión sobre las personas que deciden venir a Asia en busca de oportunidades se había prolongado un poco. Estaba empapado, sin embargo Elías entendió la situación. Sabe que en estos menesteres a veces pasan cosas como quedar atrapado en medio de la lluvia observando un templo. 15 minutos de retraso no le quitaría la inspiración para compartir su visión de México desde una óptica de un hombre de negocios que viene de 4 a 5 veces por año a China. Lo hace desde hace 12 años y el promedio de su estancia es de 1 mes, es decir, vive de este lado del mundo en promedio 5 meses.
A manera de introducción, Elías comenta que “lo que vemos en la China contemporánea, proviene de las transformaciones que impulsó un gran líder, Deng Xiaoping, quien cuando murió Mao Tse Tung no luchó contra su imagen, sino la inmortalizó y reforzó para impulsar el cambio que se necesitaba en el país. La primera apertura se hizo en el sur de China.
Otro elemento que hay que considerar fue el acercamiento entre los Estados Unidos y China a principios de la década de los setenta. En ese momento se da la apertura. Nixon y Kissinger fueron unos visionarios. Hay muchas cosas que a ellos les han funcionado. Destaco el control estatal de las empresas que en su momento fueron clave para el desarrollo; segundo, el buen manejo de las divisas y tercero, también el control –hoy en día esto ha cambiado– del tipo de cambio. Otra de las cosas que les ha funcionado es que entendieron que el valor de las divisas es totalmente subjetivo.
Cuando comienza la apertura en China, lo que se exportaba se hacía por debajo del costo real, pero eso no importaba ya que comenzaron a acumular divisas y deslumbraron a occidente, que se volcó a China para fabricar todo cuanto podía porque resultaba muy económico. Hoy en día, el principal acreedor de Estados Unidos es China, tiene más inversión en los bonos del tesoro norteamericano. Paralelamente a esto, desde hace 12 años, China comenzó a diversificar sus reservas con otras monedas como yenes, libras, euros y lo más importante: oro”.
Le interrogo: ¿Quién quitó el patrón oro del mundo? “Richard Nixon. Al final de cuentas el oro es el único que vale, por eso la cautela china. De allí se viene un problema inflacionario al día de hoy. Hay un exceso de liquidez. Estos elementos son básicos para entender el crecimiento y desarrollo de China, sin embargo, la disciplina de este pueblo para el trabajo es básica. No le tienen miedo a nada. Se percataron de que podían vender lo que construían y se industrializaron. No olvidemos su pasado como país de inventores. No se detienen y no saben decir que no cuando les piden algo.
Otras de las cosas que no entendemos de este país es la forma de hacer negocios. Nos cuesta trabajo hacerlo. Cuando nos damos cuenta, ya estamos involucrados en un negocio que puede o no salir beneficioso para nosotros. Las fábricas estratégicas; es decir, las acereras, impresoras, hidroeléctricas, termoeléctricas, las minas de carbón que controlaba el gobierno fueron muy importantes en el diseño de la política industrial. Pero no fue sólo eso. El gobierno se percató que además tenían que construir infraestructura y lo hicieron. Después de esto, vendieron casi todo.
Hace 30 años el gobierno controlaba muchas empresas, pero poco a poco fueron vendidas a algunos directivos de las mismas o generaron las coinversiones. En muchos casos, se evitó caer en monopolios a través de la diversificación de la venta de las acciones de las empresas. Esto lo han hecho muy bien. En otros países no sucedió así. Esto orilló a que las empresas chinas compitieran entre sí. Por eso cuando un lugar comienza a especializarse en algún producto, es muy factible que la región se convierta en un ecosistema del producto, es decir, la copia no está mal vista y regularmente el gobierno lo promueve orientado la producción hacia el exterior.
Le interrogo sobre la viabilidad de exportar el modelo a México. “No creo que este modelo pueda exportarse a otros países por la esencia del sistema de control y gestión en China. En otras realidades, se tendría que romper el modelo democrático pero no siempre es funcional. Vemos los casos de Venezuela o Cuba. En cuanto al lema de un país, dos sistemas, me gustaría comentar que dejaron abierto el sistema occidental en Hong Kong pero controlaron el sistema financiero para generar un vínculo con el exterior por la falta de reconocimiento de la comunidad internacional de la moneda china como convertible. Esto ha cambiado por el reciente reconocimiento por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) del yuan en su canasta de divisas.
China es un país comunista, donde el bien común está por arriba de todo, pero no hay sindicatos. Todo está perfectamente definido como despedir a una persona. Nadie tiene miedo de despedir a alguien si la persona no funciona, y éstas saben que si no trabajan bien, las despiden. ¿Cuál es el punto de esto? En México, los sindicatos perjudican a todos: los trabajadores, patrones y al gobierno. El que pierde más es el trabajador. En México despedir a alguien es carísimo y si esto se conjuga con corrupción, el problema es mayor”.
¿Qué podemos aprender de ellos Elías? “Lo que podríamos aprender es la fuerza tan grande que tiene el pueblo para trabajar. Son muy trabajadores y además se están educando y preparando. El caso de Shanghái es emblemático. El modelo educativo es digno de seguir. Nada es gratis y los lugares en las escuelas y universidades están regidos por la meritocracia y calidad.
Por último, me parece que otra cosa que deberíamos aprender es que ellos no le tienen miedo a los retos en la escuela, en el trabajo, en los negocios y en todos los lugares donde se tiene que hacer algo para poder vivir, simple y sencillamente no les da miedo y trabajan de verdad; los fines de semana y días festivos adquieren una dimensión diferente. Lo has vivido cuando hay alguna festividad entre semana pero se tiene que cubrir con un día el fin de semana. Aunado a esto, está la honestidad. Hay que saber qué sí podemos y qué no hacer. Finalmente, pienso que hay muchas oportunidades. El gobierno mexicano debería ser más proclive a abrir la relación con China, quien debería ser un aliado. El déficit comercial no es todo en la relación. El turismo es una opción que podría balancear poco a poco la relación así como algunos productos agropecuarios”.
Profesor del Departamento de Derecho y Relaciones Internacionales del Tec de Monterrey, Campus Santa Fe. Investigador visitante del Instituto de Desarrollo de la Universidad de Fudan, China.