Pares, iguales, semejanza de dos, sin ser idénticos pero si complementarios. Equilibrio entre hombres y mujeres, eso también es paridad y ahora más que nunca debemos celebrar que es una realidad cercana y tangible.
Durante mucho tiempo varias personas, mujeres en su gran mayoría han luchado un día sí y otro también para que todas podamos participar en condiciones similares en los ámbitos de la vida pública de nuestro país.
Esa lucha no ha sido fácil, mucho menos gratuita, ha costado incluso vidas, pues algunas mujeres que han decidido participar en los asuntos políticos de sus estados, ciudades y comunidades han sido violentadas de tal forma que han muerto en el intento. Otras han logrado el acceso a los cargos de representación popular a golpes de resoluciones de los tribunales electorales, ya sean locales o federales.
Algunas han logrado la victoria electoral pero les fue impedido desempeñar el cargo conferido por la voluntad popular, ya sea por obstáculos para realizar sus actividades o por amenazas contra ellas y sus familias, lo que las ha orillado a desistir y en casos extremos hasta dejar el país con la finalidad de garantizarse a sí mismas y a los suyos seguridad.
Y de igual forma ha sucedido para algunas mujeres que han luchado por integrar instituciones, órganos autónomos, así como cargos de dirección en dependencias de los 3 niveles de gobierno, pues su ingreso ha sido complicado, pues se les han cuestionado circunstancias más allá del ámbito profesional.
Pero para beneficio de muchas, ninguna desistió en años de lucha, han sido décadas intensas para el reconocimiento de derechos, para lograr una posición, un gobierno, una sindicatura o una regiduría, o una designación en un órgano colegiado, como género subrepresentado.
Pero eso ha cambiado, lentamente, pero ha sucedido, lo que inició como una sugerencia para partidos políticos, se convirtió en una acción afirmativa que como medida compensatoria, permitía que se considerara al género femenino para integrar listas de diputaciones locales y federales, primero las plurinominales, luego las de distritos uninominales.
Pasamos entonces a la exigencia para las candidaturas, en el año 2002 del 70-30; luego en 2008 se luchó por un 60-40, hasta obtener por mandato constitucional en 2014 el tan anhelado 50-50, empezamos con las diputaciones locales y federales, también el Senado y ahora se incluyen las listas de candidaturas a regidurías en los ayuntamientos y concejalías en la alcaldías de la CDMX, aún y cuando no estaba en la ley, fue un criterio de la autoridad jurisdiccional electoral.
Y se logró prácticamente la paridad en el Congreso de la Unión, de ahí que esta legislatura se denominó “de la paridad de género”.
Sin embargo, había temas pendientes para abatir la discriminación hacia las mujeres en la participación política y en apego al principio constitucional de paridad que establece el artículo 41 de la Constitución Federal, el Senado de la República a través de las Comisiones unidas de Puntos Constitucionales y Para la Igualdad de Género ha aprobado reformarla con la finalidad de que sea obligatorio para integrar los Poderes de Unión, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, de igual forma en los estados y la Ciudad de México, incluyendo órganos autónomos observar el principio de paridad.
Lo anterior se trata de que en todos los ámbitos de gobierno, en dependencias, entidades, órganos y organismos que ejerzan funciones de autoridad en los tres niveles de gobierno, las autoridades deben ser electas, nombradas o designadas bajo el principio de paridad, esto es, mismo número de mujeres y de hombres. Evidentemente si se trata de un colegiado impar, se debe procurar que se integre lo más acercado a dicho principio.
Esta realidad es producto de muchos años de lucha, de no claudicar, de seguir adelante a pesar de muchos no, buscando el sí.
