La indignación tapatía resurgió, ahora fueron cuatro delincuentes quienes le robaron a Tadeo, un bebé de ocho meses de nacido, la posibilidad de disfrutar de la vida. La delicada y tersa piel del pequeño quedó consumida por las llamas que provocaron los sujetos al interior del camión en el que se trasladaba. La madre de Tadeo había salido de casa solo un momento para comprar el ropón porque este fin de semana se celebraría la fiesta de bautizo.
Todavía sin menguar el duelo colectivo por el asesinato de tres estudiantes de cine y su disolución en ácido, así como la desaparición de miles de jóvenes, ahora el fuego provocado terminó la vida de la inocente criatura, y su mamá, se enfrenta a la muerte en una cama de hospital por las graves quemaduras que sufrió.
Carlos, el joven padre, sostiene que en unos segundos les transformaron su vida. Ellos anhelaban compartir con sus familiares y amigos la felicidad por el nacimiento de su primogénito. Nadie imaginaba que los regalos tendrían que cambiarse por lágrimas y flores, y la fiesta de bautizo por un sepelio.
El pequeñito se convirtió en una víctima de la violencia, sin siquiera comprender de grupos criminales o de narcotráfico. La ciudadanía se encuentra indignada y triste, ante la insensibilidad delincuencial, se vive un duelo tras otro, sin tener tiempo de recuperarse emocionalmente. No es extraño que estos casos hayan transformado instintivamente los hábitos de jóvenes y familias completas.
Sin duda, los tapatíos y los mexicanos en general son resilientes, han sobrevivido a tragedias históricas. En Guadalajara se vivieron las explosiones en el subsuelo del sector Reforma, la herida aún duele. Sin embargo, a raíz del suceso nació la Unidad de Protección Civil y comenzó a permear una cultura de prevención. En México, se han sufrido violentas conquistas, destructores terremotos, corrupción gubernamental, ataques del crimen organizado en eventos y lugares masivos, pero de cada uno han salido héroes anónimos, en la misma sociedad.
Hoy, la población tiene que pasar por un proceso de duelo para comprender la tragedia, corregir posibles errores y prevenir sucesos, lo peligroso es que los hechos violentos se empalmen sin dejar tiempo a la sanación emocional, convirtiendo el duelo crónico, peligrosamente, en temor patológico masivo. Los periodistas y los medios de comunicación cumplen con una labor valiosa, pero no enmascarando realidades o dando palmaditas y asegurando que todo estará bien. Hay que comprender a la gente que actualmente siente temor de caminar por las calles, finalmente todos tendremos que enfrentarlo en su momento porque es imposible enclaustrarse.
Los narcobloqueos, las desapariciones de jóvenes, las balaceras en vía pública y los ataques a unidades de transporte masivo obligan a todos a estar expectantes cuando se transita por las calles, dejar a un lado el celular por seguridad y permanecer atentos a lo que sucede alrededor para tener capacidad de reacción rápida que pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. La ciudadanía va a tener que mostrar su madurez y no esperar a que los cuerpos policiacos o el gobierno garanticen su seguridad porque es evidente que han sido sobrepasados, y peor aún, otros se saben cómplices de quienes les roban a los inocentes la posibilidad de vivir en un país de paz. Y por cierto, el bebé no salgan que estaba “en el lugar equivocado”, porque el seno y los brazos de una madre, ¡jamás lo serán!
Adriana Luna. Periodista multimedia con 25 años de ejercicio profesional. Secretaria de Acción Femenil en el Sindicato Industrial de Trabajadores y Artistas de Televisión y Radio, Similares y Conexos de la República Mexicana, (SITATYR) sección Guadalajara. Secretaria General del Club de Periodistas de Jalisco. Curiosa en todo, experta en nada. Mujer antagónica en sí misma, con el corazón parecido a la Madre Teresa y con un genio como el de Margaret Thatcher. @adrianalunacruz