jueves 21 noviembre, 2024
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PATY BETAZA

«MIRADA GLOBAL»: Un Ferrari, dos muertas y unos canallas

Un hilito de voz que apenas y se alcanza a escuchar. Las palabras  salen lastimosas de un cuerpo completamente abrasado. -“Ayuda, ayúdame… tengo miedo de morir…”. Tranquila, tranquila, vas a estar bien -le dicen rescatistas  ¿Qué edad tienes? -“29… Auxilio…”.

¿Tienes sed? -“Sí”.  Y tal vez fueron las últimas que pronunció Tatiana García de 29 años quien junto con Dayana González de 22 murieron tras el choque y posterior incendio del siniestramente célebre Ferrari Rojo.

El viernes por la noche llegaron a uno de mis chats en WhatsApp imágenes  del accidente del Ferrari. Como sucede con la mayoría de ellas producto del México sangriento, me resistía a verlas. Pero lo hice. Confieso que no pude dormir por el impacto que me causó escuchar la voz apenas audible de Tatiana mientras se debatía con la muerte. Una súplica dolorosa.

Las investigaciones revelaron que el conductor identificado como Iván Borbolla, fue rescatado por escoltas que viajaban en un BMW. Varias preguntas me hice: ¿Cómo fueron capaces de dejarlas ahí quemándose? ¿Por qué si pudieron rescatar al conductor no les importó la situación de ellas? ¿Qué sintieron cuando se alejaron del lugar? ¿Pudieron dormir esa noche? ¿Podrán dormir el resto de las noches? ¿Por qué  la indiferencia ante el dolor humano? ¿En qué momento desvaloramos la vida de otros?

La terrible historia del Ferrari rojo ya la sabemos por la amplia difusión en redes. Primero porque su ¿dueño? El empresario Alberto Sentíes se hizo “famoso” como #LordFerrari cuando hace dos años uno de sus guardaespaldas agarró a golpes a un conductor de Uber que no lo dejaba pasar en Viaducto Tlalpan. Después el chofer-guardaespaldas fue encontrado muerto tras sufrir un infarto en un hotel.  Hasta ahí pensamos que quedaba la historia de prepotencia y un fallecimiento.

Dos años después, el 26 de febrero, el Ferrari rojo reapareció pero hecho pedazos y envuelto en llamas, cerca del Puente de Mezcala, en la Autopista del Sol. Venía de Acapulco a la Ciudad de México. Se presume que el vehículo era manejado a más de 200 kilómetros por hora cuando se impactó en el muro de contención y tras el golpe, detrás de un camión de pasajeros.

Borbolla, el conductor rescatado, sigue hospitalizado bajo resguardo policiaco. Todo indica que ya rindió declaración, pero se desconoce que ha dicho. Tatiana y Dayana fueron trasladas hasta el Hospital Raymundo Abarca en Chilpancingo. Con 90 por ciento de sus cuerpos quemados no resistieron. Primero murió Tatiana, después Dayana. ¿Estarían vivas si los escoltas de Borbolla las hubieran auxiliado? ¿Cuánto tiempo permanecieron en ese infierno? Lo único cierto es que unos canallas simplemente las dejaron morir ahí; no se preocuparon por auxiliarlas. El Ferrari rojo no pudo haber tenido peor fin.

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