martes 23 abril, 2024
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«TENGO ALGO QUE DECIRTE» En mi burbuja

 

Vivo en un mundo raro. Decidí que sea mi burbuja, la que yo quiero, para tratar de calmar mis aguas. Lavo trastes y pienso lo que siento, y siento lo que escribo sin palabras que salgan de mi pluma. Vivo mi mundo, no el que cuentan en los periódicos ni en el que dicen que todas sus notas son falsas. Hace meses, tener trabajo y techo era algo normal cuando no lo era. Hoy es un privilegio ganado por el esfuerzo propio y oportunidades que te da la vida. No es el caso de tantos otros. ¿Apenas nos damos cuenta de ello? ¿Debo entonces sentirme mal por lo que tengo y aumentarle más a mi ansiedad? Le rasco al melón hasta sacar su última semilla como si quisiera buscar la verdad en todo lo que nos atormenta. Intento barrer lo que duele. La muerte está cerca, nunca la ves, y ahí está esperándote. Aún tengo mucho que vivir. Debo poner la ofrenda para mis muertos. Despierto cansada todas las mañanas y duermo preguntándome qué hice durante el día. Me encierro en mi mundo extraño evitando ponerle más sal a la sopa para que no se gasten las pocas neuronas que me quedan con el transcurso de los años. Mis canas ahora buscan sus raíces. Rompo papeles, en especial aquellos que llevan años hablándose entre sí. Me sacudo y bailo lo que se pueda. Reviso todos los días el sinnúmero de conferencias a las que debería asistir. Veo, de vez en cuando, los números tristes de una meseta interminable. Quiero salir y gritar con todas esas ganas estacionadas en el alma que debemos ser felices; esa felicidad que cada quien escoge y encuentra como puede. Doblo ropa como si con eso pudiera estar acomodando todos los parches de mi vida. Me tropiezo con el rompecabezas tratando de alcanzar mi ropero viejo y cerrado desde hace meses. Mis hijos preguntan por qué suspiro sin darme cuenta, y no tengo respuesta. Acomodo las medicinas de mi padre pidiendo que cada pastilla se multiplique en otros hogares. Trato de leer, trabajar y entretenerme para que las horas se conviertan en meses rápidamente, y esperar salir a la calle. No veo más las noticias. Bastante tengo con el agobio que siento. No queda de otra. Dicen que hay una luz al final del túnel y que no debes atorarte dentro de él. Vivo con miedo atrás de una máscara. ¿Dónde quedan los abrazos y besos que tanto me gusta dar? Hay que entender que lo que más cuenta en la vida es tener familia siempre presente y esa voz amiga cariñosa que te ofrece un paso nuevo. Reencuentros y permanencia de unos cuantos, los que más valen, los que aparecen con un pequeño saludo cuando menos lo esperas. Demasiado tiempo para reflexionar y tener paciencia conmigo misma y empatía con los pocos que están a mi alrededor. Abro mis ventanas para saber que el sol aún existe y que estoy viva. ¿Qué comeremos hoy? No lo sé.

 

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