En tiempos de intolerancia y radicalismos un auténtico bálsamo para el espíritu resulta la película “La forma del agua” de Guillermo del Toro. Ahora entiendo porqué ha roto con todos los récords de reconocimientos. Diré que me gustó más “El Laberinto del Fauno”, pero en este mundo tan surrealista y polarizado el filme muestra que las diferencias solo subsisten en las mentes de quienes las quieren ver. Es un homenaje al amor más sublime y al respeto por todos aquellos seres vivos que nos rodean sin importar su condición ni su apariencia.
La película está ambientada en plena guerra fría pero los elementos siguen presentes: espionaje Rusia- Estados Unidos, traiciones, racismo, homofobia, discriminación de género y por capacidades diferentes, acoso sexual y demás asuntos que creíamos se había avanzado. Del Toro nos muestra que no necesitó que la protagonista tuviera la belleza “clásica” de Hollywood: sin curvas y sin gota de maquillaje pero además muda. Esa discapacidad física no le impide comunicar que va más allá de su apariencia física. No solo es capaz de despertar el amor, sino hasta la lujuria del típico gringo “ganador”, guapo, blanco, poderoso, casado con una bella mujer y los hijos perfectos: el retrato del “american way of life”.
Y qué decir del otro protagonista, el monstruo. ¿Acaso un engendro que surgió de una naturaleza castigada por los constantes ataques y experimentos del hombre? Un monstruo que enseña que la apariencia es lo de menos porque la nobleza va más allá de los propios instintos y circunstancias; que a veces se puede cometer un acto terrible sin tener conciencia de ello y que redimirse tampoco es imposible porque que se puede aprender de los errores más terribles. También están los personajes que a pesar de tener talento y sin lograr el reconocimiento, ni se amargan ni se desquitan con los demás. Al contrario, están siempre abiertos a la solidaridad, a la empatía y hasta enfrentar con buen humor los infortunios como ser rechazado por alguien que tiene las mismas inclinaciones sexuales que él, pero que se comporta como el típico homofóbico que en el fondo muchas veces es un ser reprimido por el entorno.
Aparecen las mujeres que en el mundo científico solo merecen tener un lugar reservado para la limpieza, para trabajos menores. Entre la mugre que se limpia surge aquellas que se convierten en auténticas heroínas capaces de burlar a los más avanzados militares.
Independientemente de los reconocimientos que ha cosechado y pueda seguir cosechando en incluso de quiénes creemos que no es la mejor obra de del Toro, “La forma del agua” es un excelente película porque además de la forma tiene un gran fondo. Es capaz de despertar empatía y respeto por cada ser del que nos rodeamos o nos topamos a lo largo de nuestras vidas. Del Toro es un genio de la cinematografía pero un mejor ser humano que se ve que está permanentemente preocupado por todos esos monstruos que nos carcomen y nos quieren siempre doblegar el alma. Imperdible y diría que hasta necesaria por las razones que expuse.