3 de cada 10 mexicanos está obeso.
Independientemente de los tiempos en que la corrección política nos impide a muchas cosas llamarle por su nombre, México tiene el mayor número de personas con sobrepeso y obesidad –gordos y gordas- de los 35 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la OCDE. Incluso ya superó a Estados Unidos en esos dos rankings juntos; en lo de “inmensamente obesos” nuestros vecinos del norte siguen teniendo todavía el primer lugar, pero… ¡ahí la llevamos!
En un informe dado a conocer el viernes, la OCDE revela que 3 de cada 10 mexicanos está obeso, si a eso se le suma los que padecen sobrepeso se llega a 7 de cada 10 adultos con ese problema, superior al porcentaje que tiene Estados Unidos. De acuerdo con la definición de la Organización Mundial de la Salud el sobrepeso y la obesidad es la acumulación anormal o excesiva de grasa. Para saber cómo estamos, existe una fórmula sencilla de hacer un cálculo, a través de medir el índice de masa corporal IMC entre el peso y la talla al cuadrado. Si el resultado del IMC es igual o superior a 25 es sobrepeso si es igual o superior a 30 es obesidad, es decir una cosa es estar gorditos y otra “inmensamente” gorditos.
Un problema -literal- de enormes proporciones es lo que implica para el sistema de salud atender el sinnúmero de consecuencias derivados de obesidad : diabetes, infartos, hipertensión y hasta cáncer. El aumento de estas enfermedades se ha dado en los últimos años. Tal vez esto explica, porqué mientras que la esperanza de vida en Japón y España es de 80.6 años en México se sigue ubicando en 75 años en promedio.
Hay estudios muy serios donde revelan que los mexicanos cambiamos los hábitos alimenticios en los últimos 20 años. Con la llegada del TLC, Introducimos la Fast food, sí la comida rápida cargada de calorías. Nada más hay qué ver lo que contiene una famosa cajita feliz repleta de papas frita y con un litro de refresco y demás calorías huecas, que no sirven más que para ganar peso. Y claro, habrá que ver lo sedentario que nos hemos vuelto.
Hay una relación muy fuerte entre el sobrepeso y obesidad y el sedentarismo. Recién me encontré a una joven vecina a quién no había visto en seis meses. Me sorprendió lo bien que luce ahora. Desde que la conocí la vi siempre como la niña “gordita y simpática”. Hoy la vida de la joven dio un vuelco sorprendente. Le pregunté impresionada e intrigada, ¿Qué hiciste? ¡Luces muy bien! Me dijo: “pues simplemente dejé de tomar refrescos y las grandes cantidades de azúcar y de comida frita y así empecé a bajar de peso. No fui a ningún nutriólogo ni nada, solo decidí dejar todas las “porquerías” que comía, por comida más saludable, como frutas y verduras y menos fritangas y hamburguesas y ya!. Ah, -me dijo finalmente- “ahora prefiero usar más el transporte público o caminar”. No pagó ni nutriólogos ni gimnasios ni dietas y medicamentos “milagro”.
Espero que esta breve anécdota sirva para alentarnos a hacer algo, porque que más allá de considerarlo un problema estético o como un insulto el que nos llamen gorditos o gorditas, es un gravísimo problema de salud. Ya las últimas cifras de la OCDE nos lo revelan: le estamos ganando a los gringos en sobrepreso y obesidad juntos y eso sí son palabras mayores. Y eso sí debería de preocuparnos.