Dos gobernadores del Nuevo PRI se encuentran en fuga.
La autoridad los requiere por malos manejos en las finanzas de los estados que gobernaron como si fueran su patrimonio personal.
César Duarte, de Chihuahua, reclama ante la comisión estatal de Derechos Humanos por la “persecución política” en su contra. Está –dicen– en los Estados Unidos, fuera del alcance de la ley que lo reclama. Hace unos meses afirmó que no se iría y que enfrentaría las acusaciones que se veían venir por parte del nuevo gobierno.
El señor Duarte tuvo el tiempo necesario para emprender la huida y no responder como dijo que lo haría.
En la misma circunstancia está el otro Duarte, Javier, de Veracruz.
Quizá es el personaje más cuestionado del Nuevo PRI. Gobernó un estado asolado por el crimen y la corrupción con el manto de la impunidad. En ese estado se encuentran cientos de fosas clandestinas en las que fueron enterrados cientos de desaparecidos. No se sabe quién los depositó ahí pero es claro que la autoridad lo permitió.
Los tocayos Duarte gozaron de los beneficios que da la democracia mexicana. De la fecha de la elección a la de la entrega del poder, pasan varios meses que sirven a los corruptos para fraguar su huida.
Los cuerpos de inteligencia son burlados, es un decir, por estos políticos acusados de delinquir en contra del bienestar de sus electores.
¿Cómo es posible que un Estado “democrático” permita tales grados de impunidad?
¿De verdad nadie imaginó que, acusados que eran, los exgobernadores de Chihuahua y Veracruz se iban a fugar?
Lo más indignante es que quien los postuló, al menos su partido, lo único que atinan a hacer es condenar la conducta de sus militantes y castigarlos con la expulsión de sus filas.
Hace unos días fue detenido en Estados Unidos el fiscal de Nayarit. Es acusado de narcotráfico mientras que en la entidad a la que procuraba justicia ha comenzado un proceso electoral para renovar la gubernatura.
El actual gobernador asegura que él no sabía a qué se dedicaba el mejor de sus funcionarios.
El gobernador Sandoval tiene muchas cosas que explicar a los nayaritas, a su partido y a la ley.
Ojalá que antes de partir, declare ante la justicia lo que sabe de las malas artes de su ex colaborador. Hay delitos que se cometen por comisión y otros por omisión. Ojalá Sandoval no se sume a los NeoPriístas en su fuga. Dos gobernadores son muchos para un país que reclama justicia y exige un alto a la impunidad.
