Ya Trump es presidente electo de Estados Unidos. ¿Chillamos o actuamos? Aquí una ruta crítica.
La noticia aún no acaba de digerirse, pero hay que tomar ranitidina. El showman, el payaso bobo, el racista, misógino, ignorante y soez –así como lo describe el filósofo estadounidense Aaron James– Donald Trump, es el señor presidente electo de los Estados Unidos.
Y sí, siempre hemos sido los vecinos distantes, pero ahora más por la forma despectiva en la que ha catalogado a muchos mexicanos –“matiza” que hay gente noble y buena– “delincuentes, criminales y violadores”. Independientemente de que nuestras autoridades estén analizando estrategias de cómo parar la extensión del muro –-ya hay kilómetros de concreto y alambrado en la frontera norte– la deportación “masiva” de nuestros paisanos “malos y sin papeles” –-ahora dice que entre unos 2 y 3 millones–, que cancele, si es que se puede, el TLC, entre otras de sus amenazas. Muchos nos preguntamos: ¿Hay cosas inmediatas que se pueden hacer o hay que esperar a que el lobo feroz se convierta en Caperucita?
De lo malo, algo bueno puede surgir. Sin caer en chovinismos, “nacionalismo trasnochado”, como bien apunta Jorge Volpi, a lo mejor podríamos mirarnos más internamente. ¿Por qué no impulsar el turismo nacional llevando antes que nada seguridad a sitios como Acapulco. ¿Por qué no hacer más accesible que Miami a la Rivera Maya, Cancún y Punta Mita? ¿Por qué no hacer una campaña masiva de sitios turísticos cercanos a las grandes ciudades? ¿Por qué no destacar el trabajo de grandes diseñadores de ropa y accesorios mexicanos, tan apreciados en la mismísima Quinta Avenida de Nueva York? ¿Por qué no promover la enorme gastronomía mexicana?
Porque hay que decirlo con todas las letras: el MALINCHISMO y los complejos nos tienen históricamente de hinojos ante el vecino del norte.
¿Por qué no mirar más hacia el sur de nuestras fronteras y más allá del Atlántico y el Pacífico? ¿Por qué no impulsar más el talento de los jóvenes emprendedores? ¿Por qué no vincular más a la iniciativa privada con las universidades para que las buenas ideas de productividad no queden en algún cajón o en el bote de basura de alguna oficina? ¿Por qué no darle mayor proyección al cine y a la cultura? Hace semanas, vimos la espectacularidad del desfile del día de muertos en la Ciudad de México, si ustedes quieren inspirado en la película “Spectre” de James Bond, pero al fin grandiosa. Dicen que esta recreación dejó una derrama económica de más de 900 millones de pesos.
¿Por qué no llevar más tecnología al campo mexicano y apoyos a los pequeños y medianos productores? Ya hemos visto el enorme éxito de la exportación del aguacate, precisamente hacia los Estados Unidos, gracias al impulso de mexicanos y connacionales. ¿No habrá más productos que pudieran exportarse con gran impacto a otros puntos del planeta?
Eso aquí. Y allá mi esperanza es que nuestros cónsules estén movilizándose para, por lo pronto, dar asesoría, apoyo para los mexicanos que ya están sintiendo la hostilidad.
Hay que dejarlo claro, no hay que generalizar: no todos los estadounidenses llevan un Trump dentro. Habrá que ver las manifestaciones de norteamericanos que se sienten ofendidos con la llegada del republicano a la presidencia, quien por cierto quedó abajo en el voto directo frente a Hillary Clinton. El sistema electoral estadounidense es otro tema de análisis.
Sí, a lo mejor son ocurrencias y sueños guajiros pero algo se tiene que hacer y de inmediato. Por lo menos algo para mejorar el desánimo que dejó el proceso electoral en los Estados Unidos. El señor presidente electo, Trump, nos metió en la contienda, ni modo. No estaría mal dejar a un lado las grillas partidistas que quitan el valioso tiempo y desvían la atención de los asuntos urgentes. Hacer a un lado las elucubraciones.
La llegada del señor Donald Trump requiere de respuestas prácticas y rápidas. ¿O todavía hay quien confía en que pueda cambiar de actitud? Bueno, ya dijo que no deportará a 11 millones de mexicanos, “sino entre dos y tres millones”. ¡Ufff qué alivio!
