El país no está para sembrar más odio. Ser tolerantes a la intolerancia.
Tristeza y preocupación sentí al ver imágenes de miles de personas protestando en contra de la iniciativa que busca el matrimonio igualitario en este país. Tristeza porque prevalecen criterios de siglos pasados en los que una familia se conforma “por mamá y papá y los hijos de los de ella resulten”. Preocupación porque seguiremos –por lo visto ya está en congeladora la iniciativa- inmersos en una sociedad y cultura que siente y practica el desprecio por quienes tienen preferencia por el mismo sexo. Qué difícil admitirlo, pero hay que respetar a quienes no piensan igual que nosotros.
Las crónicas periodísticas dicen que fueron miles –hay quienes apuntan que más de un millón- las personas que salieron a las calles en al menos ocho estados del país, la mayoría del centro, para manifestar su rechazo al matrimonio entre personas del mismo sexo, bajo el lema “hombre, mujer, matrimonio debe ser”. Todos ellos convocados por el “Frente Nacional por la familia” y de la manos de la Iglesia Católica. Un día después y como respuesta, una -por desgracia- menos nutrida participación de personas en apoyo a la iniciativa, principalmente en la Ciudad de México.
Aunque a algunos defensores de la iniciativa las marchas del sábado nos puedan parecer un retroceso en todos sentidos, el artículo Sexto de nuestra Constitución dice que todos tenemos derecho a expresar libremente nuestras ideas. Nos guste o no. Y sé que cuesta trabajo decirlo y practicarlo: hay que ser tolerantes a la intolerancia. Según la definición de la Real Academia de la Lengua Española, la tolerancia es “respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”.
Sé por experiencia personal y no sé si por la edad, que muchas veces la paciencia se agota cuando alguien no piensa igual que nosotros. Basta echar un vistazo a las redes sociales para ver cómo se exacerban los odios en cuestión de segundos. Cómo de una crítica o una inconformidad se pasa a la denostación, calumnia, burla y hasta amenazas de muerte por no tolerar que otros piensen distinto. Es muy fácil caer en la intolerancia, aquí unos ejemplos encontrados en Twitter:
“De mentes chiquitas, enseñando la intolerancia, así me parece el #Marchemosporlafamilia” . “Homofóbicos, clericales, culeros nunca más”. “Okey señora que la regresen a lavar y planchar por pendeja”. “Cada día más gente pendeja que no sabe de qué se trata pero ahí van de borregos”.
¿Qué podemos hacer ante esto? Expresar y seguir defiendo las ideas para lograr el respeto y la igualdad de todos. Sí, pero siendo tolerantes con quienes piensan distinto. Insisto: a veces hay quienes tenemos que hacer hasta respiración de yoga para respetar al que piensa diferente a nosotros. Si fuera algo sencillo la Organización de las Naciones Unidas no habría creado un día a favor de la tolerancia para hacer llamados a la reflexión. Aquí algunas citas sobre la tolerancia:
“Tolerancia es esa sensación molesta de que al final otro pudiera tener razón”, anónimo.
“La tolerancia y la paciencia son mucho más profundas y efectivas que la mera indiferencia”, el Dalai Lama
“La tolerancia es la mejor religión”, anónimo.
Ojalá que las marchas contra el matrimonio gay no sean la semilla para profundizar el odio y la discriminación contra los mexicanos que simplemente tienen preferencias sexuales distintas. El país no está para sembrar más odio.