Turquía
Los noticieros vespertinos, tiempo de México y seguramente en todo el mundo, se dieron vuelo con las imágenes vía skype y periscope de lo que sucedía en las calles de Ankara y otros lugares de Turquía. Las manifestaciones en tiempo real en las calles, el patrullaje de vehículos militares; bueno, hasta las ráfagas disparadas desde un helicóptero contra la multitud. A diferencia del pasado, donde los grandes corresponsales narraban los hechos de esta naturaleza, los ciudadanos comunes, en nuestro caso mexicanos radicados en Turquía, dieron pormenores de lo que escuchaban en las calles, de lo que decían la televisión y la radio turcas. ¿Y los reporteros apá?
Pues sí, resulta que en los nuevos tiempos de redes sociales, la comunicación fluye de manera horizontal: cualquier ciudadano con un celular es capaz de narrar lo que está viendo y sintiendo en ese momento. De pronto, la pantalla se llena de decenas de testimonios en “vivo” y “directo”, los datos chocan entre sí, que si es un golpe, si ya se fue el presidente Erdogan, si siempre no se fue, si están atacando a los civiles, si en realidad son militares. Y luego los “analistas” a dar sus primeras impresiones de algo que parece ser un golpe de estado, o una intentona, hay quienes mencionan si no estará ISIS detrás. Son momentos caóticos y así se van transmitiendo: finalmente la confusión.
El periodista español Pascual Serrano en su libro Desinformación, plantea precisamente eso: exceso de información también es desinformación. Y nos tenemos que ir acostumbrando, porque con las herramientas tecnológicas hoy disponibles estos escenarios se irán repitiendo. Independientemente de que la tecnología llegó para quedarse y hacerse cada vez más sofisticada y accesible, hace falta siempre la voz documentada, informada y precisa del reportero. Alguna vez, Jon Lee Anderson, destacado periodista estadounidense, corresponsal de guerra, me dijo que siempre los testimonios de la gente enriquecerán la transmisión en vivo o la nota escrita, pero nadie como el que tiene el termómetro de la sociedad para dar certeza de lo que realmente está ocurriendo, es decir, el reportero.
En la historia reciente Turquía ha sido escenario de cuatro golpes de estado. En esta ocasión sólo quedó en intento. Las redes sociales fueron clave para movilizar a los ciudadanos y contener a los golpistas, aún con el riesgo de sus propias vidas. Defendieron así el gobierno democráticamente electo. Los soldados tuvieron que deponer las armas. Lo que se vivió en las calles y lo que se transmitió por medios tradicionales como la televisión, fueron momentos muy interesantes y dignos de análisis. La cadena CNN Türk transmitió en vivo cuando los soldados quisieron tomar las instalaciones. Hasta los disparos se escucharon.
Las redes y la tecnología llegaron para quedarse. Turquía y en general el mundo, ya no son ni serán lo mismo.