Por. Marissa Rivera
Una de las pocas cosas positivas que tiene la época electoral es que saca lo peor de los políticos.
Pero lo mejor, es que ellos mismos se exhiben.
Y nada tiene que ver con Samuel García, a él hay mucho que agradecerle.
Él, quizá no sea el peor político en las últimas décadas. Quizá el menos experimentado y tal vez el que más abonó, pero no creo que sea el peor.
Ser joven jamás será un obstáculo, ser arrogante si lo es.
Aspirar a crecer es un atributo, ser tramposo, no.
Ser disruptivo es un punto a favor, ser un títere, no.
Mentir es deleznable, insistir en la mentira es peor.
Ser obediente te da méritos, ser rebelde no te obliga a obedecer.
Mentir a quien confió en ti puede ser perdonable, mentir a los que no confiaban en ti, les diste la razón: eres un mentiroso.
Llegar a un puesto sin saber por qué, es llegar a un puesto sin saber qué hacer.
Ganar una gubernatura, sin saber por qué, es ganar una candidatura, por “ya sabes quién”.
Ser agradecido es saber con quién, pero ni al esposo de Clara Luz ni a sus muertos en el clóset, supiste agradecer.
La ambición se perdona, la ignorancia no. La ansiedad se perdona, la torpeza no.
Ser integrante del decálogo de un sistema para no perder el poder, es ser parte de una trampa que jamás se olvidará.
Llegar a una gubernatura, saquear, abandonar e intentar ocultar, te obligará a regresar para que no te puedan encarcelar, aunque marcado, siempre estarás.
La presencia de Samuel García más allá de hacer videos para reír u olvidar, siempre será un referente del recurso de un gobierno que tiene miedo de perder y que simplemente lo utilizó para obstaculizar a su principal adversaria.
La mentira, ni repetida 120 millones de veces será una verdad.
Además de Samuel, otro punto del decálogo del gobierno federal para opacar a Xóchitl Gálvez son las infinitas y manipuladas encuestas.
Está bien que todas las pague el gobierno federal y que en las entidades que gobierna Morena hagan lo mismo, pero el descaro es abismal.
Por fortuna, millones de mexicanos saben que es mentira, que jamás han sido encuestados y saben que las dádivas del gobierno las seguirán recibiendo, con o sin Morena.
Saben perfectamente que las pensiones, las becas y los apoyos sociales son una obligación constitucional, no la voluntad de una sola persona.
Ayer, por fin, alguien sin “influencers” de por medio, ni pagar millones de pesos en las redes sociales, se dirigió a los jóvenes. Xóchitl Gálvez les pidió que no solo sean espectadores, que tienen que ser parte del cambio que México merece.
Y los involucró.
Ella sabe que representan más de 30 millones de votantes.
Ellos saben que quizá ella no los representa. Pero, también saben que por la candidata del régimen jamás votarían.