Los hábitos alimenticios poco saludables afectan el desarrollo de una microbiota intestinal sana en la adultez, lo que sumado al deterioro de las funciones del tubo intestinal a lo largo de la vida, afectan el sistema inmunológico e inflamatorio, además de influir en la longevidad del individuo.
Así mismo, esta condición contribuye a generar condiciones crónicas de salud durante la vejez.
Información consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) revela que la dieta es un factor preponderante en la preservación y cuidado de los microorganismos del intestino; en suma, nuestra microbiota modula el proceso de envejecer.
Un estudio publicado en la Revista Española de Geriatría y Gerontología destaca que las personas que han podido envejecer de mejor forma mantienen bastante estable la composición de su flora intestinal entre la tercera y la séptima décadas de la vida, aun cuando la capacidad funcional de la misma disminuya.
Asimismo, concluye que es posible modificarla en sentido positivo, actuando directamente a través de la dieta.
Por otro lado y de acuerdo a diversos especialistas, es un hecho que la microbiota también resulta afectada por muchos otros factores, además de los cambios fisiológicos que ocurren con la edad, como pueden ser algunas enfermedades e igualmente por el consumo de determinados fármacos, fundamentalmente los antibióticos, pues estos disminuyen los microorganismos beneficiosos e incrementan los patógenos resistentes.
Algunos padecimientos que afectan el tubo intestinal y que pueden modificar la composición de la microbiota son la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn (inflamación intestinal); entre los metabólicos están la diabetes mellitus tipo 2 y la obesidad. Además, los cambios en el microambiente intestinal se han asociado a muchas enfermedades comunes, como las cardiovasculares, el síndrome del intestino irritable, la obesidad y el asma.
En los últimos años, diversas publicaciones especializadas parecen demostrar que las leches fermentadas, principalmente el yogur, ejercen una influencia positiva en la calidad de vida en las personas de edad avanzada, incluso algunos estudios muestran que el mayor consumo de yogures se asoció a un menor desarrollo de síndrome metabólico en sujetos de alto riesgo cardiovascular.
Otros hallazgos destacan que la reducción de la diversidad de la flora intestinal y de sus capacidades metabólicas en edades avanzadas, tales como el bajo nivel de ácidos grasos, pueden conducir a incrementos del tiempo del tránsito intestinal (estreñimiento).
Al mismo tiempo, la microbiota es considerada como un nuevo factor implicado en el manejo del peso corporal, al participar en el metabolismo energético a través de la dieta y en la regulación del almacenamiento de la grasa corporal o en el control de la oxidación de los ácidos grasos. En contraste, parece ser que los cambios en los microorganismos o bacterias que se encuentran en el intestino también pueden jugar un papel decisivo en la anorexia nerviosa, con la grave pérdida de peso que se produce, incluso en los trastornos mentales (ansiedad y depresión) que se asocian.
Ante tal escenario, expertos han recomendado que para obtener una buena microbiota intestinal y una salud digestiva se debe: evitar el estrés, el consumo de tabaco y alcohol, así como el sedentarismo; dormir lo suficiente; hacer ejercicio; mantener una alimentación diversa en frutas, verduras y fibra; reducir el consumo de azúcares refinados, grasas saturadas y carne procesada; incluir alimentos fermentados y grasas de buena calidad, además de cocinar de forma saludable.
LabDO