Por. Sandra Vivanco
En Brasil, año de 2006, rondaba una iniciativa para conmemorar el orgasmo femenino: algo de lo que, por lo menos a las de mi generación, nos inculcaron a hablarlo bajito, es más no se mencionaba entre las chicas, porque en mi tiempo lo que más abundaba eran los mitos y prejuicios, por supuesto que en mi edad escolar jamás hubo una plática para hablar de la sexualidad desde la perspectiva del placer.
Muchas crecimos sin la idea de que las relaciones sexuales se tratan de disfrute, tampoco pensábamos lo contrario, es que en realidad “esas cosas” no se cuestionaban, porque también se tenía la idea errónea de que la sexualidad servía para procrear, satisfacer a tu marido, pero nunca se pronunciaban las palabras mágicas: para tu propio placer.
Entonces también muchas mujeres vivieron sus vidas matrimoniales sin el gozo de una sexualidad libre, de la plenitud de no solo tener hijos, de la tranquilidad de no contagiarte de enfermedades de transmisión sexual, porque aunque muchas de ellas eran “mujeres de un solo hombre”, ese mismo sujeto no era solo de ellas, pero si habría que satisfacerle el capricho sexual de un par de minutos cuando llegaba a exigir el cumplimiento de las obligaciones de esposa.
Considero que precisamente en esos tiempos, nada lejanos, en los que el dialogo en la pareja en muchos casos era inexistente, muy pocos hijos e hijas fueron no solo planeados, sino deseados, es posible que muchas maternidades fueran obligadas, y no precisamente el acto de concepción, sino desde la imposibilidad de acceder a un método anticonceptivo o tener el permiso del marido para tomarlos.
Que exista un día mundial del orgasmo femenino, permite desde muchas perspectivas empoderar a las mujeres, pues inicia respetando su derecho a vivir una sexualidad plena, conocer su cuerpo y saber qué si y qué no le agrada al momento de tener una relación sexual. Es pues, precisamente el derecho que tenemos las mujeres a consentir los actos amatorios, aquellos que nos provocan y permiten satisfacer una necesidad física y un anhelo emocional.
Cuando esa posibilidad escapa, cuando no somos las dueñas de nuestras pasiones existe frustración, pero también problemas de salud física y emocional.
En el polo opuesto a esta libertad del orgasmo, tenemos la mutilación genital femenina, que si bien, ha sido una práctica que algunas naciones han abandonado, aún es motivo de exigencias a las mujeres, por el solo hecho de castigarlas en una necesidad fisiológica básica y como una forma de discriminación hacia niñas y mujeres.
La ablación genital sigue siendo una práctica social aceptada en algunos países, que de acuerdo a la UNICEF casi 4 millones de niñas en el mundo están en riesgo de ser víctimas de mutilación, que su justificación, si es que la hay, se basa en controlar sexualmente a la mujer, garantizando honor a las familias. Sin embargo, vulnera derechos humanos de niñas y mujeres, no solo el derecho a la salud, sino al de libre desarrollo de la personalidad.
Si discutimos la existencia de un día del orgasmo femenino, precisamente con una práctica como la ablación genital, se justifica el esfuerzo de darle un espacio a hablar de eso que precisamente nos enseñaron a no mencionar. El día que entendamos que sentir placer no es condenable y al contrario es parte del funcionamiento natural del cuerpo de una mujer, dejaremos de hablarlo bajito.
Culturalmente tampoco estamos acostumbrados a mencionarlo, porque lo consideramos no importante, lo cierto es que, puede considerarse como un problema de salud pública en las mujeres, en esta fecha que se conmemora, la responsable del área de Ginecoobstetricia del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), refirió que cuando ocurre un orgasmo femenino se liberan endorfinas y oxitocina, produciendo sensación de bienestar, y el hecho de que falte, permite diversas enfermedades en las mujeres, desde padecimientos físicos como emocionales.
Las mujeres debemos de hablar libremente de lo que nos hace felices, de nuestras preferencias, también cuando tenemos carencias, sin pensar que seremos señaladas por hacerlo, ojalá que las siguientes generaciones de mujeres y niñas sepan lo que sí y lo que no desean, que no actúen, en su vida sexual bajo prejuicios, que tengan una sexualidad libre, plena y satisfactoria.
Aún cuesta trabajo ser libre. Celebremos que tenemos un día para hablar del orgasmo femenino y busquemos protestar fuerte y claro contra la mutilación genital femenina. Todas las mujeres y niñas, todos los derechos.