«CEREBRO 40» Abracémonos con palabras - Mujer es Más -

«CEREBRO 40» Abracémonos con palabras

Por. Bárbara Lejtik

“La piel de no rozarla con otra piel se va agrietando…
Los labios de no rozarlos con otros labios se van secando…
Los ojos de no mirarse con otros ojos se van cerrando…
El cuerpo de no sentir otro cuerpo cerca se va olvidando…
El alma de no entregarse con otra alma se va muriendo.
-Bertolt Brecht-

Y todos nos hemos muerto un poco con esta pandemia, llevamos ya un año y medio viéndonos a través de pantallas, de ventanas, escondiendo nuestras sonrisas con cubrebocas, abrazándonos de lejos, lanzándonos besos, haciendo planes para reencontrarnos cuando todo pase, pero esto no acaba de pasar y se siente eterno.

Los que nos hemos adelantado pagamos cara la factura, por buscar a nuestros seres queridos, por querer tocarnos, por hablarnos de frente, por besarnos antes de tiempo nos hemos contagiado, muchos han muerto por eso.

Como si este fuera un castigo que impone el mundo a las almas, como si nuestros cuerpos ahora se volviesen nuestros enemigos.

Acostumbrados como seres humanos que somos a demostrar todo con el contacto, a darnos amor con las manos, a vernos de frente, a caminar juntos, a conversar y copiar sonrisa y gestos.

El castigo es ejemplar por hacerlo, perdemos la fuerza por abrazarnos, no podemos respirar por olernos, ni oler, ni saborear, nuestra mente se confunde, nuestros oídos se niegan a escuchar por sucumbir a la necesidad de hablarnos de frente, por habernos sonreído sin barreras estamos condenados a una sentencia de malestar y en muchos, muchísimos casos de muerte.

¿Es esta pandemia la más triste de la historia?

En la que no nos intoxica la comida ni el agua, en la que nos contagiamos por aproximarnos.

No solo nos enferma, nos divide y separa, nos obliga a distanciarnos si queremos seguir vivos, nos dice que la vida como la habíamos vivido hasta ahora no puede seguir más.

Que la vida de tribu, de comunidad que conocíamos, en la que nos tocábamos, veíamos, llamábamos ahora nos amenaza y nos infecta.

¿La nueva vida es esta?

¿A través de ventanas, acrílicos, pantallas, telas?

Desinfectándonos, poniendo espacios y barreras entre cada ser humano, vistiéndonos hasta la sonrisa y la mirada, no por gusto, no por moda; por no morir.

Extraño abrazar, extraño los besos, las conversaciones personales, ya estoy cansada de teclear mensajes de texto para decirle a mi gente como estoy, quiero verlos y decírselos en persona y después abrazarnos y después bailar, y después morirnos de risa.

Que prueba tan fuerte estamos atravesando como especié, sin duda la más complicada porque implica renunciar a lo que hasta ahora conocíamos como vida, proteger nuestras vidas ahora solo se logra no relacionándonos con nadie, porque el peligro puede estar en el aliento de cualquier persona, incluso de la que mejor nos ama.

Es por eso que no hemos logrado vencer esta pandemia, porque nos demanda lo más difícil que se le puede pedir a una persona, desaproximarnos.

Tal vez sea el momento de inventar una nueva manera de demostrarnos interés, empatía, cariño.

Tal vez sea el momento de recurrir a nuevas formas, tal vez ahora las letras más que nunca nos ayuden a expresar lo que antes decíamos con gestos.

Tal vez sea el momento de aprender a abrazarnos con palabras, con intenciones, a la distancia.

Y tengamos que inventar muchos códigos nuevos, nuevos lenguajes y significados, tengamos que traducir y decodificar mensajes como en un inicio, como cuando quisimos ponerle nombre a cada cosa y a cada emoción e indicamos a pensar de manera abstracta, a comprender conceptos y a comunicarnos en un solo idioma para ponernos de acuerdo y entendernos.

 

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