Apenas se escucha la voz ahogada por el profundo dolor. Un “ya está en un mejor lugar”, deja en silencio a toda la escuela, pero impregna con algo de paz los corazones de los amigos de Norberto. Aarón Ronquillo, se sabe afortunado porque tiene un lugar donde llorar a su hermano. Unos criminales le robaron el sueño de graduarse, vivir su juventud y triunfar en la vida.
Pero hay muchos otros hermanos que ni siquiera tienen idea de lo que pasó, simplemente su ser querido ya no regresó. A pesar del dolor incesante, se niegan a que la delincuencia les robe la esperanza; desean e intentan volver a pegar los pedazos de su corazón destrozado. Anhelan volver a escuchar música, volver a creer, volver a soñar.
En Guadalajara vive Manuel, de 11 años de edad, su hermano mayor Jorge Eduardo, lleva tres años sin aparecer. Salió de casa y jamás regresó. Él era su héroe, le había prometido llevarlo al cine y aunque siempre cumplía sus promesas, ahora no es así. Desde entonces Manuel, aunque solo tenía 8 años ha estado acompañando a su madre a las marchas, exigiendo a las autoridades buscar y encontrar a los desaparecidos. Siempre sostiene un cartel con la foto de “su hermanito”.
En la casa, tras la desaparición de Jorge Eduardo, también la música se ausentó, el silencio impregnó todo, incluyendo sus corazones. Pero hace poco una canción le devolvió las notas al piano: “Puede que pase un año más de una vez, sin que te pueda ver, pero el amor es más fuerte. Puede que el tiempo nos aleje otra vez, sin saber dónde estés, pero el amor es más fuerte”, es la letra de Un año, canción de Sebastián Yatra, la que hizo que regresara la música a ese hogar quebrantado.
Manuel a sus 11 años de edad se ha vuelto tan fuerte que se atreve de nuevo a soñar. Con la música de Sebastián Yatra, abraza cada día la esperanza de volver a ver a su hermano. A diario se sienta frente al piano intentando “de oído” sacar la canción.
Mientras tanto, Zonia, su madre, reconoce que durante estos tres años de la ausencia de su hijo, la tristeza la embarga, pero la inocencia de su hijo menor la levanta. Ella quedó inhabilitada para escuchar música. ¡Me dolía tanto el alma!, reconoce. Pero de repente, Manuel se acercó a ella y le preguntó si quería escuchar una canción. Zonia aceptó. El pequeño le advirtió que era probable que llorara porque le iba a recordar a alguien. Ella insistió en que sí escucharía la canción.
Al final, sus ojos se iluminaron y cuando volteó a ver a Manuel, éste tenía sus ojos llenos de lágrimas. Ambos, madre e hijo, se fundieron en un abrazo, se prometieron amor. Aunque Jorge Eduardo no ha regresado todavía, el nombre de Sebastián Yatra se convirtió en parte de la familia. Sus canciones hicieron que la música regresara a casa.
Manuel ve mensajes de su hermano, en las canciones de Yatra. En el video de Un año aparece en el celular, una imagen con la llamada del “hermanito”. Manuel jura que es Eduardo quien le manda ese mensaje.
El próximo concierto de Sebastián Yatra en Guadalajara es el 27 de junio, para ellos, no es coincidencia que sea precisamente el día del cumpleaños de Zonia.
Manuel, ahora adolescente, se levanta cada día con dos propósitos en la vida: volver a ver a su hermano Jorge Eduardo y tener una foto con Sebastián Yatra. ¿Por qué con el músico? Porque quiere agradecerle personalmente haberlo sacado del abismo emocional a donde lo llevó la desaparición de su hermano y haberle devuelto el amor de su madre. Tararear las canciones ha sido su forma de gritarle a su hermano que lo extraña. Pero se ha prometido que a pesar de su ausencia no se dejará vencer.
Los criminales le habrán robado la presencia de su hermano Jorge Eduardo, pero no le arrancarán la oportunidad de tener esperanza y volver a soñar.