«SALA DE ESPERA»: El ADN jurásico - Mujer es Más -

«SALA DE ESPERA»: El ADN jurásico

 

Los primeros siete días del nuevo Congreso de la Unión no son buenos augurios para México y, sobre todo, para los mexicanos.

En ese breve lapso los mexicanos observamos ya el proceso de reencarnación del viejo PRI que muchos suponían muerto o cuando menos ido. A los nuevos congresistas, tanto diputados como senadores, no les basta seguir los usos y costumbres el viejo sistema político mexicano (el priista) como lo hicieron desde el Poder Ejecutivo los gobiernos del PAN, sino que además buscan demostrar sus sumisión al Señor Presidente de la República, quien, todavía, no toma posesión.

“¡Es un honor estar con Obrador!”, corearon en dos sesiones distintas los diputados y senadores de Morena, PT, PES y aquellos que quieren sumarte al desfile de la victoria, como los del PANAL, PVEM y hasta algunos del MC; y es probable que algunos de los perredistas que todavía quedan se hayan sumado al coro de los triunfadores. Todos, festivos, prepotentes y revanchistas.

Ellos son los que harán historia, según proclaman ellos mismos.

Patético. Ridículo. Deleznable. Penoso. Despreciable. Puros adjetivos calificativos; sí, ésta es una columna de opinión.

El escribidor no recuerda (y mire usted que como reportero “cubrió” la Cámara de Diputados cuando todavía estaba en la calle de Donceles, allá por 1979) manifestación pública de mayor servilismo de ninguna de las dos cámaras dominadas, controladas, sojuzgadas por el PRI de entonces (que fue todo, al cien por ciento), aquel en el que militaban entre muchísimos otros para que no se olvide: Andrés Manuel López Obrador, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Bartlett, Javier Jiménez, Ricardo Monreal

Y mire que hubo muchas, muchísimas.

Sólo dos para el recuerdo:

Una: los aullidos eufóricos de los priistas y alguno que otro del entonces PSUM ante el anuncio de la nacionalización de la banca en el sexto informe de gobierno de José López Portillo, y sólo tres meses después la misma euforia de los mismos diputados cuando aprobaron la reversa al 34 por ciento de aquella estatización bancaria promovida por el ya presidente Miguel de la Madrid. Tan ridículo como vergonzoso que, a la hora de votación de esa iniciativa reprivatizadora, a 39 (si la memoria no falla) diputados priistas les hayan dado ganas al mismo tiempo de orinar y permanecer en los baños del Palacio Legislativo de San Lázaro hasta el término del recuento de los votos para no aparecer en el Diario de loa Debates como votantes… ni en favor (por su conciencia, dirían) ni el contra (por su militancia y su carrera, para protegerse).

Dos. Ni siquiera se llegó al extremo de corear el nombre del presidente Ernesto Zedillo cuando, el marzo de 1995, la entonces recuperada mayoría priista aprobó el incremento del IVA del 10 al 15 por ciento. Recuerde usted: fue la noche de la “roqueseñal”. (Si no había nacido, estaba muy joven o no se enteró, pues lea un poquito. Ahora hay Google y el espacio de una columna no da para mucho).

Son solo dos. Escandalosas. Porque hubo muchas, muchísimas. Pero ninguna como porra de grupos de adolescentes animadores de hoy. ¡Vamos, ni siquiera el discurso de Porfirio Muñoz Ledo alabando a Gustavo Díaz Ordaz por su actuación ante el movimiento estudiantil de 1968 fue coreado así por sus correligionarios!

No ha ganado ni gana uno para vergüenzas. Pero el coro triunfalista de la mayoría de las cámaras del Congreso de la Unión hace prever lo peor.

El coro no es aislado.

La prevención del escribidor toma en cuenta el affaire Muñoz Ledo-Fernández Noroña dentro del recinto cameral y afuera del Palacio Nacional.

También la inexplicable, ilegal, antirreglamentaria, políticamente corrupta licencia al exgobernador y senador chiapaneco Manuel Velasco para regresar a su gubernatura en sustitución de sí mismo, luego de que la mayoría del Senado (incluidos los legisladores de Morena porque no podría ser de otra manera) lógica y jurídicamente se la había negado. Bastó un discurso de Ricardo Monreal (su líder nominal, aquel mismo al que a tres colaboradoras suyas se les decomisaron un millón de pesos en efectivo en junio de 2015 en el aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas), basado en una llamada telefónica, dicen los que saben, del presunto agraviado al líder máximo de Morena y de éste al líder de la mayoría en el Senado. La mayoría de Morena (salvo notables excepciones, entre ellas el voto de Nestora Salgado, para sorpresa del escribidor, por lo que lo consigna ya que también hay que contar lo bueno) apoyó, pero por supuesto, a Manuel Velasco, hoy exgobernador constitucional, senador con licencia y gobernador sustituto de sí mismo y, en el futuro cercano, senador por Chiapas. ¡Échense ese trompo a la uña!, dirían los viejos de la comarca, aunque lo millennials o como se escriba o describa, no tengan la menor ni más remota idea de lo que significa.

Los adoradores de Andrés Manuel López Obrador se quejan de que se le critica cuando aún no ha sumido el poder. En efecto, él no. Aceptemos, como dicen los abogados, sin conceder. Podría desdecirse de sus dichos, sus nombramientos y sus decisiones anticipadas. Pero su gobierno ya está en funciones, al menos en el Congreso de la Unión.

El dinosaurio reencarnó. Jurasic Park es un peligro para México. No habrá movimiento de regeneración nacional, ni siquiera de restauración. Cuando mucho habrá una restitución de los gobiernos mexicanos ya fracasados. Es cuestión de ADN.

Pero se votó por ese modelo. El escribidor cree, perdónenlo, que también es cuestión del ADN, digamos nacional para que nadie se ofenda.

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