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«ABC-DErechos»: Vivir sin miedo, nuestro derecho

La transición en México ha generado la percepción de que muchas cosas van a cambiar para bien. Una saludable ola de optimismo embarga a muchas personas, incluso a aquellas que no votaron por Andrés Manuel López Obrador. Roy Campos, presidente de Consulta Mitofsky, semanas atrás expuso que al menos seis de cada diez personas creen que la seguridad y la política mejorarán durante el sexenio que inicia el 1 de diciembre.

Sin embargo, el panorama se vuelve sombrío cuando conocemos datos preocupantes arrojados por los reportes relacionados con seguridad y justicia. La nuestra es una tierra de contrastes: 70 por ciento de la población confía en que la situación económica mejorará, nos dice Roy Campos; pero de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana de junio de 2018, 76 por ciento está atemorizada.

El más reciente reporte de México Evalúa en lo que hace a seguridad y justicia, revela que viven con miedo 90 por ciento de los habitantes de Reynosa, Fresnillo, Cancún, Ecatepec, Coatzacoalcos y las zonas Norte y Oriente de la Ciudad de México. Es decir, 9 de cada 10 o 90 de cada 100 personas viven con miedo.

Cinco de los 10 municipios urbanos con las tasas más altas de homicidios dolosos en 2018 se encuentran en Guerrero. En Zihuatanejo se comenten 58.3 homicidios por cada 100 mil habitantes; en Acapulco, 52; en Iguala, 50.7; en Chilpancingo, 47 y en Chilapa 38.6.

En Cancún la tasa de homicidios dolosos creció 117 por ciento este año, es decir pasó de 11.5 en 2017 a 25 homicidios por cada 100 mil habitantes en lo que va de 2018.

¿Pero qué es el miedo? En palabras llanas, es una de las emociones humanas más antiguas que persiste en nuestro ADN; desde su origen primitivo es un mecanismo natural de defensa ante una situación de peligro.

Se dice que la percepción de miedo es subjetiva, y dependerá de la actitud y carácter de cada quien.

Ejemplos encontraremos miles, no obstante, en México, las personas tienen miedo sin posibilidad de que el mecanismo de defensa exorcicé el peligro. Es un miedo provocado por la realidad y no por las “leyendas urbanas”.

Las personas lo sienten al saberse indefensas cuando escuchan tiroteos en las calles, cerca de plazas comerciales y escuelas; cuando conocen a madres y padres que buscan a sus hijos, “levantados”, desaparecidos, secuestrados; cuando reciben llamadas de extorsión; cuando desconocidos se apersonan en sus comercios y hogares para exigirles “cuota” o “cobro por derecho de piso”. Sujetos que se auto definen como miembros del “cártel” X o Z les han robado la paz y la tranquilidad.

La ONU con mucha precisión señala que la dignidad humana, requiere del cumplimiento de parámetros básicos, como es seguridad personal, alimentaria, sanitaria, económica, ambiental, entre otras muchas que deben ser gozadas en lo individual y colectivo.

Quienes vivimos y transitamos en México, tenemos derecho a vivir sin miedo. Si el Estado incumple el Pacto Social de procurar seguridad y justicia, es un Estado fallido. El gobierno saliente fracasó. Está marcado por graves violaciones a derechos humanos que involucran a las fuerzas del orden: Chalchihuapan, Ayotizinapa, Iguala, Tanhuato, Apatzingán, Tlatlaya, Nochixtlán, son algunos de los casos más emblemáticos.

El Ejército y la Marina continuarán en las calles. Lo que exige que sus elementos cuenten con capacitación en respeto y protección de los derechos humanos. La seguridad significa protección, prevención, justicia y no repetición; elementos que deben proveernos las instituciones de un Estado democrático. Está claro que los problemas más urgentes que enfrentará el nuevo gobierno son la violencia y la inseguridad. Sin seguridad, jamás habrá respeto a derechos tan fundamentales, como es la vida y el derecho a vivir sin temor.


Judith Coronel es una periodista social con 30 años de experiencia en la cobertura de información política y de derechos humanos; que igual ha transitado por medios impresos y electrónicos. Amante de la literatura latinoamericana, las artes plásticas, la buena música –lo que sea que eso signifique-.

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