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«METAMORFOSIS»: Nuevo presidencialismo

Por ELENA CHÁVEZ

A partir del primero de diciembre cuando se le coloque sobre el pecho la banda presidencial a Andrés Manuel López Obrador, iniciará el nuevo presidencialismo, el más absoluto, el más autoritario, el que debilitará, mucho más, al Congreso que en su mayoría ya servía al presidente en turno: ¡Muera el viejo rey viva el nuevo rey!

Los mexicanos debemos prepararnos para una nueva etapa en la que se escuchará consistentemente el “sí señor Presidente” de legisladores emanados de Morena que servirán ciegamente a su máximo jefe, con una oposición debilitada, fracturada y testimonial que luchará más por conservar sus cuotas de poder, de presupuesto económico, que por servir a una sociedad tristemente esperanzada en el cambio prometido por un solo hombre: López Obrador.

El presidencialismo no ha muerto, solo ha mutado en un personaje que a lo largo de su campaña por acceder a gobernar a México prometió acabar con todo un aparato en el que el presidente de la República decidía de manera unilateral el destino de todo un país. La diferencia entre el ayer y el futuro próximo es que el nuevo presidencialismo será absoluto, sin contrapesos.

Reflexionemos sin apasionamientos inútiles: sistemáticamente al crecimiento del poder ejecutivo en naciones como Venezuela, Bolivia, Argentina o Nicaragua, ha correspondido debilitamiento del legislativo y del judicial, lo que históricamente ha desembocado en autoritarismo y en la más terrible crisis social, con acciones de violencia contra opositores que no besan la mano del dictador.

México, estimados lectores, está a unos meses de entrar al nuevo presidencialismo en el que un solo hombre dictará las reglas del poder con las que desea pasar a la historia. Para lograrlo ya consiguió edificar un Congreso legislativo a modo, extremadamente débil, con un papel restringido, meramente de trámite, porque será el presidente el que ocupará todo el espectro político.

Los partidos de oposición pasarán a ser los negociadores de sus propios intereses, de su sobrevivencia, de su resurrección.

Muchas Constituciones en América Latina fueron escritas bajo este esquema, régimen o sistema dictatorial, resultando en constituciones que le han otorgado al presidente un papel preponderante hacia el Legislativo, por lo que no se ha dado un óptimo equilibrio de poderes.

Debemos prepararnos, insisto, para que una nueva Constitución, disfrazada de cuarta transformación, se escriba bajo un presidencialismo dictatorial, quizá compartido únicamente con “Doña Beatriz”, no la que rechaza ser la primera dama, sino la que sueña con ser la emperatriz, consejera y manejadora de los recursos de todos los mexicanos.

¿El nuevo presidencialismo alcanzará también a las instituciones autónomas que nacieron en el que ya murió? también ahí se escuchará: “si señor Presidente”.


Elena Chávez. Estudió periodismo en la universidad Carlos Septién García. Ha escrito los libros “Ángeles Abandonados” y “Elisa, el diagnóstico final”. Reportera en diversos diarios como Excélsior, Ovaciones, UnomásUno; cubrió diferentes fuentes de información. Servidora Pública en el Gobierno del Distrito Federal y Diputada Constituyente externa por el PRD.

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