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«ACTOS DE PODER»: Un priista para el PAN

Rafael Moreno Valle Rosas fue gobernador de Puebla. Será senador y quiere presidir lo que queda del PAN.

Sus inicios en la política fueron con Melquiades Morales, cuando el exgobernador de Puebla era el presidente del PRI en ese estado y trabajó para que Manuel Bartlett Díaz fuera gobernador.

El PRI lo postuló para ser diputado local y federal. También lo hizo senador.

De repente, su convicción política cambió. Con ansias de ser gobernador se lanzó por la candidatura, pero como en el PRI no lo veían bien, se fue al PAN, con el patrocinio de Elba Esther Gordillo.

Como gobernador fue muy polémico. Entre los escándalos que lo rodearon estuvo la iniciativa conocida como Ley Bala, con la que proponía que la fuerza policial usara armas letales como “último” recurso ante una manifestación de protesta.

Además, medios internacionales lo acusaron de realizar espionaje para su beneficio político.

Rafael Moreno Valle quiere seguir gobernando Puebla, por ello impulsó a su esposa, Martha Érika Alonso, a la gubernatura. Y aunque dicen que la señora Alonso ganó, las irregularidades son de tal magnitud que el Tribunal Electoral podría anular la elección.

Moreno Valle es un político de cuna. Su abuelo fue gobernador de Puebla. Es un hombre acostumbrado a los lujos y las prebendas del poder.

Javier Corral, el gobernador de Chihuahua, le pidió que, antes de pensar en la dirigencia del PAN, limpie la elección de Puebla.

¿Cuánta desesperación hay en el PAN como para permitir que un priista asuma el cargo de Jefe Nacional? ¿De plano permitirían que un advenedizo formado en la tradición más dura y añeja del PRI, los dirija?

Si Moreno Valle llega a inscribirse en la contienda interna, quedará claro que en el PAN permeó en membrete de PRIAN.

La Letrina. Varios panistas andan promoviendo a Carlos Medina Plascencia para ser presidente del PAN. Figura a finales del siglo pasado, Medina podría ser un buen referente para el viejo panismo. En la presidencia del PAN hace falta sangre nueva, con convicción, aunque, eso sí, sin el gandallismo de la corriente de Ricardo Anaya.

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