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«COLUMNISTA INVITADO»: Epistemologías del Sur

Tuve la oportunidad de visitar 2 países en América del Sur recientemente: Argentina y Uruguay. Había estado en Sudamérica hace 6 años, en plena efervescencia de los movimientos progresistas en la región. Dilma volaba para la reelección en Brasil; Mujica se convertía en un referente para los amantes de la autogestión; Cristina se empoderaba y sentaba las bases para mantenerse o influir en el poder en la Argentina por muchos años; Evo controlaba los hilos del poder en Bolivia; Chávez acentuaba sus influencia en la región mediante la venta de crudo a sus socios a precios preferenciales; Bachelet en Chile mantenía y luchaba con las contradicciones de un país que se debate entre el progresismo y el conservadurismo y Correa, en Ecuador, brillaba por su retórica antimperialista.

Hoy las cosas han cambiado en Sudamérica. Dilma fue destituida por “crímenes de responsabilidad” en agosto del año pasado; Mujica dejó el poder que hoy tiene Tabaré y mantienen continuidad en el modelo de izquierda en el país; Cristina perdió las elecciones presidenciales y está a nada de acabar en la cárcel por obstrucción de la justicia; Evo Morales logró finalmente aprobar en el Congreso boliviano una ley que le permitirá mantenerse en la presidencia de ese país por muchos años; Maduro, heredero del régimen de Chávez tiene al país en una situación más que caótica; Bachelet está a un paso de perder la oportunidad de darle continuidad a su legado dando paso a un gobierno de derecha en la segunda vuelta electoral en diciembre próximo y Correa en Ecuador dejó el poder recientemente. Hoy vive en el extranjero y se encuentra enfrentado con su sucesor Lenín Moreno.

En casi todos los casos podemos hablar de un mal legado de los programas progresistas o populistas. Los discursos y sus significados epistemológicos de los líderes, hoy ausentes en la región, siempre tuvieron un alto contenido de cambio y transformación hacia el progreso y ayuda a los menos necesitados. A excepción de Bolivia que de acuerdo a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) creció al 4.9 por ciento en el 2016, los demás países que en algún momento prometían a través de modelos económicos centralistas (control estatal) y políticas sociales experimentan las consecuencias con tasas de crecimiento muy lejanas a lo prometido: Venezuela, -7.1 por ciento; Brasil, -3.1 por ciento; Chile, 2 por ciento; Argentina, 2 por ciento; Uruguay, 1.5 por ciento y Ecuador, 0.4 por ciento. Muchos de los programas sociales experimentados se convirtieron en estrategias corporativistas y electoreras. En casi todos los casos la retórica no pudo más y hubo cambio de modelo. Brasil y Argentina son los dos casos más representativos. Los demás, si no corrigen el rumbo, irán cayendo paulatinamente.

Lo arriba descrito viene a colación por lo que los mexicanos veremos en el proceso electoral y por supuesto, las promesas de campaña ya sean de un partido u otro.  No estoy completamente convencido que esas epistemologías del sur se adapten a una realidad mexicana. No hay que ser un científico social para saber esto. Basta hablar con la gente común y corriente en las calles de Montevideo o Buenos Aires para percatarnos de lo que en renglones anteriores describo. En la mayoría de los casos, los programas sociales tuvieron resultados contrarios a lo que se buscaba combatir. Recuerdo la historia del ingreso asegurado para las mujeres en caso de embarazo que me compartió un mesero en Puerto Madero; hoy en día muchas mujeres con tal de recibir el apoyo gubernamental se embarazan o el efecto de la ley para regularizar la Cannabis en Uruguay, misma que de acuerdo a un taxista uruguayo, ha ocasionado un boom del turismo alucinógeno y otros problemas sociales inexistentes en el país.

Si bien es cierto hay muchas bondades en las propuestas progresistas o liberales, hay que analizar con alta responsabilidad el efecto de cada una de ellas en el contexto mexicano y tener cuidado con todos aquellos que las usen como plataforma de campaña mismas que ya observamos: la promesa de indultar a los narcotraficantes y la del ingreso ciudadano universal son dos ejemplos de ellos. Estemos atentos. La historia política, económica y social de nuestros vecinos sudamericanos, es sin duda, un marco de referencia para nosotros. No lo olvidemos.

 

 

Adolfo Laborde. Analista internacional. Profesor Investigador de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac.

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