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«COLUMNISTA INVITADO»: ¿Nuevo modelo educativo?

No escribo de lo que no sé o procuro no meterme en terrenos ajenos a mi formación académica o experiencia profesional. Aclaro, no es el caso del día de hoy. Tengo experiencia como docente por más de 20 años. A lo largo de ellos al frente de grupoS en Austria, Chile, China, Corea, Estados Unidos, Japón y México he visto de todo en cuestión de metodologías y técnicas didácticas de aprendizaje: desde los sistemas más complejos y modernos, tal es el caso austriaco, pragmáticos, como el de los Estados Unidos: verticales, rígidos y competitivos; como los de Corea, China y Japón o los muy parecidos al nuestro, es decir, tradicionales, tal es el caso del chileno. Los países señalados, en su momento, como México lo hace hoy con su “nuevo modelo educativo”, buscaron una salida al atraso mediante el mejoramiento y fortalecimiento del sistema educativo.

En este contexto, resulta pertinente preguntarnos ¿Por qué es importante el nuevo modelo educativo en México? La respuesta es sencilla: para darles nuevas y modernas herramientas a los estudiantes mexicanos y con ello, mejorar paulatinamente sus condiciones de vida, especialmente de los que viven marginación y pobreza mediante un mejor empleo (mejor pagado). En este sentido, como punto de partida, es importante inspirarnos, subrayo, considerando nuestra realidad, en prácticas exitosas en materia de políticas públicas educativas que han ayudado a otros países con problemas similares al nuestro en este rubro.

Ugo Pipitone (Pipitone, 1994), en su trabajo sobre la salida del atraso, realizó una revisión de caso-país en el cual compara la historia del desarrollo de 8 naciones, de las cuales 4 lograron salir del atraso: Dinamarca, Suecia, Japón e Italia, y 4 no: Brasil, India, Nigeria y México, e hizo hincapié en una serie de reformas que paralelamente se realizaron y ayudaron a ello, tal es el caso de la educativa, agraria, industrial y una transformación política. El estudio se escribió hace más de 22 años. Muchas cosas han cambiado desde entonces.

En el caso de México, el “nuevo modelo educativo” llega tarde, pero no sólo eso. Vamos muy lentos sobre todo en la incorporación a la formación de los alumnos mexicanos de las competencias (no académicas) o habilidades necesarias para enfrentar los retos y necesidades de los empleadores y de un mundo globalizado e interdependiente (liderazgo, innovación, emprendimiento, trabajo colaborativo-equipo, idiomas, desarrollo sustentable, tecnologías de la información, entre otras).

Asimismo, al igual que lo hicieron los países que menciona Pipitone y que tuvieron éxito en sus reformas educativas, es necesario impulsar la democratización de la educación con miras a establecer una política de reconstrucción nacional que siente las bases de un México plural, multicultural, multirracial con un enfoque de equidad y apego al mérito (meritocracia) y no a otras vías de reconocimiento que solo profundizan el rezago y el resentimiento.

Esto, acompañado de un programa pedagógico (capacitación y buen pago a los maestros) y de infraestructura educativa en todos sus niveles, sin duda, contribuirá a que el nuevo modelo educativo llegue a buen puerto e impacte positivamente a millones de alumnos mexicanos que no cuentan con recursos económicos de asistir a una escuela privada o ir al extranjero a formarse.

Mientras esto pasa, esperemos que llegue el día en que las escuelas públicas sean sinónimo de calidad. Estoy seguro que en ese momento habrá un cambio cualitativo en el sistema educativo en México que, dicho sea de paso, ocupa el último lugar en la materia dentro de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Doctor Adolfo Laborde, analista internacional. 

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