Brasil se ha convertido en un ejemplo a seguir para México.
En el 2016, Brasil está más de moda que nunca. Además de los Juegos Olímpicos recién concluidos, los procesos judiciales contra Dilma y Lula han ayudado a ello. Lo ha estado desde hace ya algunos años y su presencia en el concierto internacional es mayor, y no se diga en América Latina en donde compite con México en el liderazgo regional, pero ¿qué significa esto para nuestro país? o ¿hasta qué punto es cierto todo lo que se dice de Brasil? Buenas preguntas.
México y Brasil hasta antes de la década de los noventa habían caminado juntos abanderando los procesos de integración económica latinoamericana iniciados en la década de los sesenta. Primero fue la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC, 1960) para después darle paso a la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI, 1980), que mediante el Tratado de Montevideo pretendía darle un enfoque más pragmático al proceso integracionista. Después, a principios de los años noventa y ante la falta de resultados de los mecanismos de integración regional, surgen las tendencias de los acuerdos subregionales de integración. En este contexto, Brasil junto con Argentina, Paraguay y Uruguay crean el Mercosur (1991) y México, años más tarde (1994) firma el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) con los Estados Unidos de América y Canadá.
En los hechos, México volteó a Norteamérica y recientemente volteó a América Latina con la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) y Brasil, naturalmente llenó este vacío y se ha consolidado como un factor de influencia a lo largo y ancho de la región. En cuanto al intercambio bilateral se refiere, según cifras de la Secretaría de Economía de México, las exportaciones mexicanas desde el año de 1993 a septiembre de del 2016, sumaron $31,215.5 millones de dólares, mientras que las importaciones ascendieron a $50,663 millones de dólares, lo que muestra un claro superávit de Brasil sobre México de $19,447.5 millones de dólares. De esas cifras podemos desprender las siguientes conclusiones: 1) No ha existido un esfuerzo real por parte de México para incrementar el comercio con Brasil; 2) Brasil, a pesar de que su mercado natural es Sudamérica, si ha logrado incrementar sus exportaciones hacia México, lo cual nos habla de una política comercial consistente respecto a América Latina, y 3) México no ha logrado equilibrar su dependencia comercial con los Estados Unidos de América, quedando el discurso integracionista latinoamericano en el cajón de las buenas intenciones. Entones, ¿por qué nos sorprendemos cuando Brasil está en boca de muchos por su activismo internacional, si hemos preferido un bajo perfil en nuestra política exterior? No debemos de sorprendernos de esto ya que es claro, por lo menos las acciones de política exterior del gobierno mexicano así lo demuestran, tanto Brasil como otros países importantes no están en la agenda de México.
En términos políticos, Brasil ha logrado ganar terreno como líder en América Latina. Su participación activa en la crisis política en Honduras en el año de 2009 deja claro esto. No cabe duda que Brasil ofrece a México un cúmulo de oportunidades, mismas que tendremos que aprovechas si queremos seguir siendo parte del club de las economías emergente de las que tanto se habla (Brasil, India, China, Rusia y Sudáfrica) de lo contrario, nos tendremos que sentar a ver cómo estas economías nos rebasan. Un acuerdo de complementación económica, primero con Brasil, y después con las economías emergentes más importantes (BRICS) además de una campaña para promover las exportaciones mexicanas a esos destinos son opciones que ayudarían a la consolidación de la política comercial de México y gestaría una nueva ruta de la diversificación de sus relaciones económicas internacionales y por qué no, de nuevas alianzas en el terreno de la geopolítica mundial.
Profesor de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT.