Entre Las ilusiones perdidas, de Honoré de Balzac, y los políticos Transformes, de Steven Spielberg.
Nunca como antes en estos momentos se da una mezcla peligrosa de pasiones, sentimientos encontrados a nivel nacional y percepciones, de tono foco rojo. Por un lado, el desencanto total a nivel nacional de alcanzar un posible triunfo en las Olimpiadas de Río 2016, nos recuerdan la odisea de Lucien de Rubempré, un joven con grandes ambiciones que sueña con triunfar en París en la emblemática obra de Honoré de Balzac “Las ilusiones perdidas”, en la que describe cómo el joven inmerso en su inocencia, comparable con la expectativa de millones de mexicanos de pensar que nuestros representantes podrían ganar aunque sea un par de medallistas, en lugar de eso nos topamos con el fango del fracaso que, como en la obra de siglos atrás, Las ilusiones perdidas “constituye uno de los periplos narrativos más audaces, embelesadores e imponentes de la narrativa del siglo XIX”.
Es ahí donde nos damos cuenta de que los mexicanos nos encontramos atrapados entre Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac y los políticos Transformers, de Steven Spielberg, porque este evento, el del fracaso rotundo del deporte nacional en la Olimpiadas, retrata de cuerpo entero al sistema político mexicano, al que poco o nada le importa el fomento o formación de deportistas de excelencia, ya que improvisa políticos Transformers –robots alienígenas del planeta conocido como Cybertron– que más bien parecen venir del planeta Improvisación, que pueden ser hoy policías, inspectores y mañana responsables o administradores irresponsables del fomento y recursos que debieran buscar la excelencia de atletas, políticos mil usos, que el único mérito que parecen tener es ser amigos de…
Adicionalmente, lo que parece prevalecer por encima de cualquier política pública, es uno de los grandes males endémicos que nos aquejan: la impunidad, algo así como la Chispa Suprema de los Decepticons, que representa una amenaza que puede ser usada por esos políticos Transformes del planeta Improvisación, que mal administran, pero salen con algún pretexto inverosímil, buscan medio justificarse y sus faltas probablemente no tendrán consecuencia ni sanción alguna, como suele suceder en la gran mayoría de casos.
La última de Miguel Mancera
“El Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, afirmó que: “Las muertes de los animales del Zoológico de Chapultepec se deben a que son geriátricos”.
Quizá después de esta osada declaración, el señor Mancera ya tiene pretexto para las faltas graves de su gobierno, qué tal si argumenta que el Metro y el transporte público no funcionan, bien porque ya son adultos mayores… que el sistema de aguas es abuelito o bisabuelito y que si hay contaminación es porque la Ciudad de México se fundó hace muchos, pero muchos años y es tatarabuelita.