A unas horas de mi placer más culposo, del evento que más disfruto en todo el año, por el que se me ha criticado y señalado como mala cinefila, en el que incluso yo he jurado sobre la Biblia no volver a ver.
La entrega de los premios Oscar, y este año más que nunca en mi vida estoy en primera fila, si renegué del evento la verdad ni me acuerdo, yo creo que ni la mamá de Yalitza está tan emocionada e involucrada en el tema como yo.
Ya vi todas las películas nominadas, ya leí todo lo que estuvo a mi alcance sobre Roma y las demás contendientes, ya tengo mi “Dolce Álter Ego” preparado y estoy dispuesta a dar asilo, compartir wifi y transmisión a quien quiera ver el evento conmigo, solo tengo algunas condiciones:
Que no interrumpan en ningún momento, que no hablen mal de Roma, qué estén dispuestos a ver la entrega con subtítulos porque me choca el doblaje y que no me recuerden lo que he dicho en otros años.
Este año (voy a hablar como crítica de cine, igual que en el mundial hablo como experta en futbol) hay excelentes trabajos nominados a los premios, todas las películas que contienden son unas obras de arte, las he visto todas y cada una, desde el más humilde punto de vista y todas me han emocionado y sorprendido y rebasado en expectativas; Los temas, las actuaciones, los guiones.
Un despliegue de arte, podría mencionar puntos maravillosos de cada una, la sublime producción de La Favorita, el guión impecable de El Infiltrado en el KKKlan, la actuación sobresaliente de los dos protagonistas de Libro Verde, el vestuario y la caracterización de El Vicepresidente, la fotografía y diseño de arte de Van Gogh, el realismo de Cafarnaun, la inigualable narrativa visual de Guerra Fría. Creo que este año como ninguno el cine se vio ensalzado con textos y producciones que sin duda dejarán un precedente y marcarán la pauta en muchos temas, un cine de denuncia, un cine de historias reales, de testimonios.
Y nosotros los mexicanos, si nosotros porque todos estamos identificados, nuestros abuelos, padres y futuras generaciones, estamos representados con Roma, una película diferente desde que se planeó; una película que ha levantado todas las polémicas y reacciones en una sociedad; una película que ha sido relevante más allá de la pantalla y de la exhibición; una película que nos ha movido todo tipo de sentimientos y emociones, incluso desconocidas por nosotros, que nos ha proyectado de mil maneras, una historia que incluye cuatro generaciones, que habla de la idiosincrasia y de la memoria de un país, que habla de las familias, de la gente, del gobierno, de las costumbres, una película que ha trascendido fronteras contando una historia común.
Roma es mucho más que una película, es una búsqueda, un encuentro, un reconocimiento, desde la historia de cada personaje, de cómo el director encontró con los ojos del corazón a cada uno de los miembros del reparto, hasta la fusión que logra con sus metáforas y reminiscencias, de cómo logra que los muebles y los árboles, las calles y los utensilios hablen también, cuenten su propia versión, participen con sus sonidos y voces .
Roma es una película extraordinaria, hecha de una historia extraordinaria con gente extraordinaria, trasciende la magia de la pantalla para decir mucho más que una historia lineal, cuenta muchas cosas, habla de muchas cosas, de nosotros, de los que estuvieron antes que nosotros.
Pocas películas influyen tanto en una sociedad, en el sentir de un país, rompen con las estructuras y le dan la vuelta a un tema como lo logra Alfonso Cuarón, los mismos mexicanos no conocíamos los ángulos desde los que él nos muestra la vida, los universos que hay en nuestras propias casas, los lenguajes que se hablan y las cosas que se dicen sin palabras.
No solo Yalitza, nuestra Yalitza incursiona en el cine sin ninguna experiencia previa ni preparación, varios de los personajes fueron encontrados por el director en la calle, en conciertos, uno a uno los fue capturando, seduciendo, volviéndolos parte de este proyecto, por eso Roma salió así, tan humana, tan de todos, por eso nos vemos en la pantalla a nosotros mismos, porque Roma está hecha de piezas reales.
Ojalá que Roma no encuentre solo el reconocimiento de los expertos, ojalá que encuentre un lugar en nuestros corazones y se quede para siempre, ojalá que las Cleos, Los Fermines, Las Sofías, Los Pacos y Los Borras del México nunca dejemos de serlo; ojalá que nunca perdamos esta identidad que nos une, nos reconozcamos en la intimidad de los recuerdos infantiles.
Ojalá que Roma siga tocando corazones, enseñándole al mundo como somos, como amamos, cómo hablamos y cómo transitamos por la historia la gran mayoría de los mexicanos.
Ojalá que Roma gane, y perdure, porque lo importante del cine creo yo es lo que nos hace sentir y el tiempo que dura en nuestra memoria.
Para mi, ya con todas las reacciones que ha despertado y con todo lo que de nosotros mismos nos ha enseñado, con habernos metido en una máquina del tiempo y soltarnos sin más en el México de nuestros padres para que pudiéramos ver, oír y sentir cómo era en ese tiempo, ya con los ojos y la emoción que transmite Yalitza, con la retórica de una historia en la que todos cabemos. Roma es sin duda uno de los eventos artísticos más importantes de nuestra historia. Que siga llegando muy lejos, contándole al resto del mundo las historias de nuestras familias, nuestros gobiernos y nuestra gente.