Desde hace ya varios, bastantes años, en nuestro país todos los temas de la agenda social y de derechos humanos son urgentes. No pueden esperar. Todo requiere de estrategias y políticas públicas asertivas e incuantificables recursos presupuestales.
Las expectativas positivas generadas por la transición política son tan enormes como las necesidades. El primer gobierno de izquierda en México encabezado por Andrés Manuel López Obrador, tiene una tarea titánica por delante. Y es la agenda de la niñez y juventud la que determina no el futuro, sino el aquí, el ahora.
Aún se encuentran pendientes los resultados de la Consulta Infantil y Juvenil 2018 realizada por el Instituto Nacional Electoral en días pasados. No obstante de los datos obtenidos en 2015, se desprende que al menos 45 mil niños y niñas de entre 6 y 17 años refieren intentos de reclutamiento por parte de grupos criminales. De 487 mil 600 participantes de entre 14 a 17 años, 19 mil 79 respondieron afirmativamente la pregunta número 10: Me obligan a formar parte de un grupo de delincuentes.
De acuerdo con el informe Violencia, niñez y crimen organizado 2018 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) con datos recabados entre 2015 y 2017, al menos 30 mil niños, niñas y adolescentes han sido cooptados por grupos criminales.
¿Cuántos, cuántas? En las actuales circunstancias resulta imposible saberlo con exactitud. Pero en lo que coinciden los especialistas es que este sector requiere protección especial a su seguridad y reconocimiento de sus derechos como establece la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, firmado en 1989.
Los reportes e informes dan cuenta de que los “niños de pandillas” son reclutados en promedio desde los 9 años, les convierten en vigías del “territorio”, decorativamente se les llaman “halcones”; les incorporan con estímulos aspiracionales o amenazas para realizar asaltos, extorsiones, secuestros y homicidios. Las niñas, regular pero no exclusivamente son confinadas a “labores asociadas a su sexo”, como es cocinar, vigilar y cuidar. Sin embargo, son recurrentes los casos en los cuales son víctimas de trata con fines de explotación sexual, pornografía y prostitución.
Entre la información recabada por CIDH, destaca que de diciembre de 2006 a abril de 2010 –durante el gobierno de Felipe Calderón-, oficialmente 36 mil 641 niñas y niños fueron detenidos en operativos federales contra el crimen.
Los integrantes de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), estiman complicado contar con información fidedigna sobre el número. Pero subraya que entre 2006 y 2017 al menos 11 mil niños, niñas y adolescentes fueron asesinados y 6 mil 800 se encuentran en condición de desaparecidos. Todo ello en el contexto de la lucha contra el crimen organizado.
Cauce Ciudadano A.C., refiere que a esta danza dantesca de cifras se suma el que entre 2013 y 2016, se cometieron al menos 31 mil 357 asesinatos de jóvenes de entre 18 a 29 años.
En 2010 causó estupor el caso de “El Ponchis”, también conocido como “El Niño Sicario”, quien al ser capturado a los 14 años fue acusado por posesión de armas de fuego exclusivas del Ejército y participación en secuestros, torturas y homicidios. Se trató del primer caso público, se supo que había sido reclutado siendo muy pequeño por el extinto Cártel del Pacífico Sur. También se supo que su reincorporación social en México sería casi imposible, toda vez que entre 2011 y 2013 fueron asesinados 12 jóvenes cuando recuperaron la libertad.
Tanto el reporte de la CIDH como las organizaciones de sociedad civil, como la REDIM y Cause Ciudadano coinciden al señalar que los altos grados de marginación, vulnerabilidad y violencia de la que son víctimas niñas, niños, adolescentes y jóvenes les pone en riesgo de ser cooptados, utilizados por el crimen organizado.
“En las zonas donde operan organizaciones criminales y maras a menudo los niños y adolescentes sufren presiones, amenazas o engaños para que colaboren… otros adolescentes se acercan a estos grupos en búsqueda de oportunidades, reconocimiento, protección y sentido de pertenencia“, señala la CIDH.
El escenario es el de una infancia en peligro, vulnerada en sus derechos humanos. En las bandas criminales encabezadas por adultos, las niñas, niños, adolescentes y jóvenes son piezas prescindibles e intercambiables, el eslabón más frágil de la cadena a la que se le encomiendan actividades criminales de alto riesgo.
El reto es reconstruir el tejido social y eliminar el binomio niñez-violencia. Urge.
