La suma matemática del terror en México que supera la ficción, no ofrece un algoritmo para la paz y la dignidad humana más allá de la vida. Así de grave, así sin lápida es la realidad. De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y agosto del presente año fueron asesinadas 22 mil personas, a razón de 90 por día. Récord de sufrimiento en espiral ascendente, considerando que en 2017, fueron 76 personas promedio diario. Ya se decía que el anterior era el año más violento pero, a ese ritmo, 2018 le superará con creces. A partir de esta tónica de violencia en 2016, se reportaron 60 casos por día y en 2015, 51. Hablamos de la suma que arroja miles de víctimas, apiladas una sobre otra, día tras día, mes a mes en fosas comunes, clandestinas y frigoríficos… Estadísticas de la muerte.
Los servicios, llámense centros o institutos forenses estatales y municipales han sido rebasados en su capacidad para resguardar cadáveres no identificados, extraídos de fosas clandestinas o abandonados a la intemperie, víctimas de violencia y cuyos casos, por la salud de la República y la reconstrucción del tejido social deben ser esclarecidos. El documento “La Desaparición Forzada en México: Una mirada desde los organismos del Sistema de Naciones Unidas”, contiene valiosas recomendaciones de especialistas internacionales, entre ellas: aplicar un Programa Nacional de Exhumaciones para que se garantice el resguardo y clasificación de los restos humanos conforme al Protocolo de Minnesota. La ONU recomienda, además, la creación de Panteones o Cementerios Ministeriales.
Abro aquí un paréntesis. El Protocolo de Minnesota o Protocolo Modelo adoptado por la ONU en 1991, contribuye a la investigación de “Ejecuciones Extralegales, Arbitrarias y Sumarias”. En medio de la cadena de maldad que rodea a estos crímenes, la Antropología y Criminalística Forense, tiene la bondad de ayudar a las familias a encontrar la verdad que reclaman con la identificación de la persona, la forma y la causa de su muerte. Recordemos que el cuerpo una víctima de muerte violenta no debe ser cremado porque es una prueba por sí misma, su preservación debe permitir alcanzar la verdad histórica y hacer justicia.
El 15 de septiembre se hizo público que un tráiler con restos humanos “deambulaba”, así, “deambulaba” en Jalisco. La “morgue móvil” obligó al cese del Fiscal General y del Director del Instituto Forense… A precisar, que no era uno, sino dos frigoríficos… Se dice que los contenedores tenían 300 cadáveres, pero que el servicio Forense tiene hasta 444 cuerpos sin identificar desde hace varios años. La violencia en México satura estos espacios.
¿Acaso no sería preferible escuchar a los colectivos de búsqueda de desaparecidos y a la ONU para crear Panteones o Cementerios Ministeriales? En estos lugares, se resguardarían los cuerpos en gavetas y en condiciones de dignidad más allá de la vida, siguiendo cadenas de custodia; previo cumplimiento del Protocolo de Minnesota e instrumentos de criminalística y antropología forense, bancos de ADN, entre otros.
Chilpancingo, Guerrero, es el primer sitio desde finales del 2016, en operar un Cementerio Forense con capacidad para poco menos de 500 cuerpos no identificados; pese a ello, hay familias inconformes. En Veracruz, los 16 colectivos de búsqueda, entre ellos las históricas mujeres de “Solecito” y Desaparecidos Córdoba –Orizaba, exigen la creación de un cementerio de esta naturaleza; lo propio ocurre en Tijuana, Baja California. Conocí un caso: una familia de escasos recursos identificó a su hija, la cual fue enviada a la fosa común, sobre su cuerpo se encontraban 20 cadáveres más, lo que elevó el costo de exhumación. Dolor, costo, dolor, costo y más dolor…
Alguien recuerda el caso de la Fiscalía General de Morelos. Caso aberrante en el cual la autoridad sepultó parte de sus “excedentes”. El resultado, en Tetelcingo, en una fosa común e ilegal y sin seguir protocolos, la autoridad confinó 117 cuerpos, algunos de ellos reclamados por las familias, 84 tenían signos de violencia criminal.
Nuevamente, quedo en deuda con el tema de reconciliación y coexistencia pacífica…
Panteón o Cementerio Ministerial, es una necesidad. Lo son porque quienes buscan también son víctimas. Que su voz se escuche: Te buscaré hasta encontrarte, en vida, en muerte, en fosas clandestinas… o en panteones ministeriales.
