martes 07 mayo, 2024
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COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«COLUMNA INVITADA»: Cuando el muerto sea de tu entorno

 

Porfirio Díaz pacificó al México salvaje del Siglo XIX con métodos eficaces pero muy alejados de los derechos humanos. Era una sociedad violenta y plagada de ilegalidades -como la de hoy- pero el dictador apaciguó el incendio rápido.

Una de las célebres políticas porfiristas se resume en la famosa orden de: “mátalos en caliente”, es decir, asesinar a los delincuentes en el momento de ser capturados infraganti.

Los cadáveres eran colgados a las afueras de los pueblos, para que el resto de malosos entendiera el mensaje: ‘tú acabarás colgado, hijo de la chingada, si no te aplacas’.

Y funcionó. El país dejó de ser dominado por los bandidos y los abigeos. México entró en una era de modernización económica, industrial y de infraestructura como nunca antes. Claro, con cero democracia y sin derechos sindicales ni de asociación de ningún tipo.

Hay quienes se preguntan si no estaríamos mejor con menos democracia y menos libertades, como durante el extenso porfiriato y el larguísimo priato del Siglo XX, donde a cambio regía cierto orden. Al menos el caos era contenido.

No creo que las regresiones políticas ni las dictaduras sean la opción. No debe haber orden a cambio de libertades o censura. No tiene por qué ser lo uno sin lo otro. Pero sí creo que el ciudadano debe empezar a tomar cartas en el asunto ante la creciente violencia y un poder judicial colapsado. 

Ya en 1986 el general José Ramírez Garrido Abreu, jefe de la policía del DF, había sugerido que la ciudadanía se armara para defenderse por su cuenta. El chistecito le costó el puesto. Quizá en aquél momento era estridente; hoy parece cada vez más necesario reconsiderarlo.

Por lo pronto tú, ciudadano común y corriente como yo, reflexiona que si no nos involucramos todos en este tema, el día de mañana en esa cifra dantesca de miles de muertos puede aparecer alguien de nuestro entorno afectivo.

Lo que más me preocupa es la indiferencia colectiva ante este devastador fenómeno que alcanza ya 200 mil muertos. Y lo peor es que no se ve claro que AMLO pueda suspender de golpe la violencia. El monstruoso problema tardará años si no es que incluso se agrava ante la crisis de valores y el cinismo social.

El horror de las fosas clandestinas en El Arbolillo, Veracruz, con cientos de cadáveres (sí: cientos) y los tráileres de Guadalajara paseando cuerpos, puede alcanzarnos en cualquier momento. ¡No debemos perder la capacidad de asombro ante este holocausto!

Por lo pronto podemos aportar nuestra parte fomentando valores en nuestro entorno, respetando leyes, denunciando delitos, manteniéndonos informados, participando electoralmente, organizándonos como sociedad civil.

Quizá sea momento también de abrir foros para analizar el derecho a poseer armamento y se regule la pistolización, a fin de que los muertos dejen de ser del lado ciudadano y empiecen a ser del lado delincuencial.

Algo así como matarlos en caliente. Pero no me refiero a que lo hagan las autoridades al estilo porfirista sino los ciudadanos agraviados. Con las tecnologías de hoy podría documentarse quién actuó en defensa propia o no.

No estoy proponiendo actos de represión por parte del Estado ni violación de derechos humanos sino el derecho del ciudadano a defenderse, ante la ineptocracia judicial que nos rige.

Como dijo Alejandro Martí a las autoridades: ‘si no pueden, renuncien’ y entonces los ciudadanos ya veremos cómo defendernos. Total, que al fin y al cabo ya habitamos en el infierno.

 

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