Por ELENA CHÁVEZ
¡El pasado siempre regresa! A sus 82 años, Manuel Bartlett Díaz carga sobre sus hombros, que no sobre su consciencia muerta, la responsabilidad indirecta de tres grandes acontecimientos trágicos: el democrático, con el fraude electoral de 1988; la muerte del excandidato presidencial panista Manuel J. Clouthier, “Maquío”, y el asesinato del periodista Manuel Buendía; nada de estupideces, es la historia la que lo condena y perseguirá hasta el último día de su vida.
Bartlett, el omnipotente funcionario que se inició como director general de Gobierno de la Secretaría de Gobernación durante la administración del entonces presidente Luis Echeverría, vio y vivió desde esa dependencia los trágicos sucesos que marcaron la vida política de México. Con ese negro historial se apresta ahora a dirigir la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como si fuera un hombre de luz, cuando su realidad está lleno de oscuridad.
El político poblano que ha sobrevivido a seis sexenios, de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto, intenta alargar, por seis años más, su vida pública dirigiendo una paraestatal literalmente en quiebra, como es la CFE, que acaba de reportar una pérdida de 70 mil millones de pesos. Bartlett no sabe nada de energía eléctrica, su experiencia ha sido, es y será siempre la de hacer el trabajo sucio, el de presionar, amenazar y de coartar la libertad de expresión…
Siendo estudiante de periodismo me enteré que había sido asesinado de cuatro balazos, en un estacionamiento de la Zona Rosa, el columnista más influyente del momento, Manuel Buendía, quien descubrió y denunció nexos de jefes policiacos con el narcotráfico.
Manuel Bartlett era el poderoso secretario de Gobernación, cargo que ocupó de 1982 a 1988, durante la presidencia del priista Miguel de la Madrid, y como tal fue responsable de organizar las elecciones de 1988 en las que fue declarado ganador Carlos Salinas de Gortari, y controlaba todas las estructuras policíacas, entre ellas la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), que en ese momento comandaba José Antonio Zorrilla Pérez, de quien, según se dijo, el colaborador de Excélsior tenía información de ser protector y socio de narcotraficantes de la talla de Rafael Caro Quintero.
Con el respaldo del titular de Gobernación, de acuerdo con infinidad de columnistas, el jefe policiaco que permaneció más de 24 años en la cárcel por el homicidio del periodista, se montó un espectáculo de mentiras y de impunidad para proteger a los responsables, hasta que años después de cometido el delito se culpó a Zorrilla Pérez de ser el autor intelectual del asesinato del creador de la columna Red Privada.
Bartlett afirma que no tenía elementos de la relación de su subalterno con capos de la droga (¿ustedes le creen?). Primer secreto.
Cuatro años más tarde, 6 de julio de 1988, el país se vuelve a convulsionar con la noticia de que la elección presidencial, en la que competían Carlos Salinas de Gortari por el PRI, Cuauhtémoc Cárdenas por el Frente Democrático Nacional y Manuel J. Clouthier por el PAN, había sido literalmente robada en beneficio del priista. Manuel Bartlett, como secretario de Gobernación, tenía a su cargo la entonces Comisión Federal Electoral que ante el avance de Cárdenas sufrió una nunca aclarada “caída del sistema”, dándole, una vez “restablecida la falla”, el triunfo a Carlos Salinas de Gortari.
Este golpe fue devastador para la incipiente democracia mexicana, orquestada desde el Palacio de Covián, como también se le conoce al edificio central de Gobernación, desde donde habían operado para que el sucesor del presidente Miguel de la Madrid fuera el priista Salinas de Gortari, amigo y exjefe de Bartlett, que lo premió haciéndolo secretario de Educación Pública. Segundo secreto.
Un año después, el 1 de octubre de 1989, ya con Salinas de Gortari como Presidente de México, muere en accidente carretero en su natal Sinaloa (algunos creen que fue provocado) el excandidato presidencial del PAN, Manuel J. Cloutihier, quien ante el resultado de la elección y de la controvertida “caída del sistema”, se convirtió en un duro crítico del sistema al sostener que representantes de los partidos de oposición en el organismo encargado de los comicios “descubrieron un banco de datos ya con resultados, apenas dos horas después de concluida oficialmente la jornada electoral”.
El carisma, franqueza y valentía del panista lo hizo ganar millones de adeptos, situación que, de acuerdo a los archivos de la época, no le gustó a Manuel Bartlett, el temible secretario de Gobernación, quien usó el poder de su cargo para perseguir difamar y reprimir al famoso “Maquío”, personaje incómodo para la naciente administración de Salinas. Tercer secreto.
Para nadie es secreto que el próximo director general de la Comisión Federal de Electricidad es un hombre con un pasado tenebroso; jamás conseguirá ser el héroe que rescatará al sector energético como pretenden hacernos creer; su pasado regresará una y otra vez, aunque quizá, así parece ser, sus secretos se los lleve a la tumba.
Elena Chávez. Estudió periodismo en la universidad Carlos Septién García. Ha escrito los libros “Ángeles Abandonados” y “Elisa, el diagnóstico final”. Reportera en diversos diarios como Excélsior, Ovaciones, UnomásUno; cubrió diferentes fuentes de información. Servidora Pública en el Gobierno del Distrito Federal y Diputada Constituyente externa por el PRD.
