lunes 20 mayo, 2024
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«COLUMNA INVITADA» La huelga de guionistas: Una guerra del silencio

Por Lore V. Olivera

@LoreVOlivera

Primero de mayo del 2023. Hollywood aguanta el aliento. Los teléfonos de Business Affairs de todas las casas productoras y estudios no paran de sonar, emboscados por las llamadas de cientos de agentes en pánico, que intentan cerrar los contratos de sus clientes con la desesperación de quien ve acercarse el fin del mundo.

En el estudio donde trabajo se respira un aire sombrío. Los ejecutivos de Hollywood hablan poco y cruzan miradas aprehensivas. Nadie hace planes para el día siguiente. No sabemos si al despertar nos encontraremos con una industria hundida en el silencio. Hay frases de aliento como “sobrevivimos esto antes” y no falta el eventual gracioso que sugiere entretenernos comprando una mesa de ping-pong. Pero las risas no llegan a nuestros ojos. La realidad es simple, aunque nadie se atreva a decirla: la industria del entretenimiento está aterrada.

Y así, tan inevitable como las sequías y los diluvios, el reloj marca las doce y el veredicto es irrefutable: la WGA, el sindicato de guionistas de Hollywood, acaba de declarar su primera huelga en más de 60 años. La noticia nos llega como un esperado balde de agua fría.

Los guionistas protestan contra una industria rudimentaria que se quedó atascada en los años noventa y no evolucionó para garantizarles protección y salarios justos en un mundo sacudido por la llegada del streaming y la Inteligencia Artificial. Mientras que los altos ejecutivos se llenan los bolsillos con las ganancias de series y películas épicas como Succession y Game of Thrones, los guionistas apenas tienen para vivir. Los avances tecnológicos como Zoom y la llegada de streamers como Netflix y Amazon han creado el ambiente perfecto para la explotación. Los cuartos de escritores son cada vez más chicos para obedecer la nueva tendencia de las series de durar ocho o hasta seis capítulos. Encima, los residuales, ganancia de la que anteriormente vivían los guionistas y otros creativos, han sido eliminados por el streaming. Y como el último clavo del ataúd, la Inteligencia Artificial podría ahora utilizarse para sustituir el trabajo de cientos de escritores, haciendo que cada vez se necesiten menos. Es un hecho: la profesión de guionismo está bajo amenaza.

Yo recibo la noticia desde mi escritorio, trabajando como soporte de estudio durante el día y como guionista consagrada por las noches. Como muchos, mi historia comienza en un garaje de Miracle Mile en Los Ángeles, durmiendo en un catre prestado mientras luchaba por abrirme camino en una industria que, cuando es buena, es hostil. Tenía veintitrés años y llevaba escribiendo desde los quince. Firmé con un agente a los veinte y había colaborado con nombres tan grandes como 21 Laps, los creadores de Stranger Things. Y, aun así, no había ganado un centavo. A los dos meses de mudarme a Los Ángeles para perseguir el sueño americano, conseguí trabajo en un estudio en el corazón de Hollywood. Casi como infiltrada, comiencé a aprender ambos lados del oficio: el mundo de juntas, libros y presupuestos de los ejecutivos y el mundo de lucha, letras, y cafeína de los guionistas. Me enamoré de los dos y hallé gente bella en ambos. Pero la verdad es innegable: mientras que el trabajo de un guionista es conseguir la mayor cantidad de dinero por la menor cantidad de escritura posible, el de un productor es conseguir la mayor cantidad de escritura por la menor cantidad de dinero posible. Encontrar un punto medio es como mezclar agua y aceite.

Cuando la huelga comienza, el mundo se detiene para los ejecutivos de desarrollo en Hollywood. De pronto, no pueden escuchar pitches. No reciben ningún guion nuevo para leer. Tienen que frenar el desarrollo de sus series pues los escritores han bajado las plumas. No pueden reunirse con guionistas, recibirlos en sus oficinas, o tan siquiera comunicarse con ellos. La WGA ha tomado una postura de hierro que intimida a quien si quiera considere violar las reglas de la huelga. Empresas de talentos y estudios comienzan a despedir gente, empezando, como siempre, por los de abajo. Los guionistas pierden sus casas y tramitan desempleos.

Y, aun así, los verdaderos responsables de esta huelga, las cabezas de los estudios, siguen como si nada. Lo más duro de la situación es que ellos, en su codicia, ya declararon que tienen contenido televisivo hasta para el 2024. Inmunes a los males del capitalismo, observan desde sus yates cómo el mundo se desmorona para la clase trabajadora. Si me preguntan, es la historia más vieja de todas.

¿Por qué seguir, entonces? Continuar con la huelga siendo nosotros los más afectados no tiene lógica. Sin embargo, como en toda huelga, esta pausa, esta temporada de silencio es una guerra. Tal vez la única guerra que se lucha bajando nuestra pluma en lugar de blandiendo un fusil. Pensar que un sistema de Inteligencia Artificial puede reemplazar la experiencia humana es un peligro. Y nuestras historias son eso: el producto de nuestro tiempo en la Tierra.

Hace unas semanas, SAG-AFTRA, el sindicato de actores se unió a la huelga. Y entonces llegó el silencio total. Paró absoluto las producciones, las premieres, las audiciones, incluso las juntas de desarrollo. Es así como, esta vez con ambos pies, le presionamos el pescuezo a una industria que desde su origen ha vivido de nuestro talento, nuestras batallas, nuestras experiencias. La guerra del silencio continua y, con el optimismo ciego que solo le corresponde a los artistas, nos disponemos a pelear lo que sea necesario.

Si al final esto se trata de aguante, Hollywood se olvidó de una cosa al declararle la guerra a nuestros gremios. Cuando construyes una carrera del rechazo, del “no” y del “ojalá,” hay muy pocas cosas que pueden asustarte.


LORE OLIVERA (Ella/Ella) – Lore creció en una casa embrujada en el centro de la Ciudad de México y se graduó de la Universidad de Stanford con una doble especialización en Literatura Inglesa y Estudios de Cine. Recientemente vendió su guión BLOOD RUNS DOWN a Blumhouse en asociación con Atomic Monster. Su serie de terror original CURSED LANDS está actualmente en desarrollo con 21 Laps, con Charise Castro-Smith adjunta como showrunner. Su guión de largometraje LA CASA EN COYOACÁN ganó el Roadmap Writers Diversity Award y le otorgó la Diverso Minority Report Fellowship. Ha publicado ficción en lugares como Coffin Bell Journal y The Flash Fiction Magazine. Tiene su sede en Los Ángeles, donde espera escribir cuentos que reúnan a los creadores latinos y atraigan a un público más amplio. Su trabajo incluye principalmente historias centradas en mujeres que exploran las intersecciones entre lo horrible y lo hermoso.

• Ha publicado ficción en lugares como Coffin Bell Journal y The Flash Fiction Magazine.
• Su guión de largometraje LA CASA EN COYOACÁN ganó el Roadmap Writers’ Diversity Award.

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