sábado 18 mayo, 2024
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CEREBRO 40 BÁRBARA LEJTIK COLUMNAS

«CEREBRO 40» “Soy tu compañere”

Por. Bárbara Lejtik

Según un análisis del Instituto para el futuro de la educación del Tecnológico de Monterrey, el lenguaje inclusivo o no sexista se refiere a la creación y uso de términos que visualicen a los grupos demográficos con identidad de género diferente a los masculinos y femeninos.

Y antes de que se me descosan en ofendidos y sustentados ataques los invito a juntos hacer un ejercicio de elasticidad mental y emocional.

Ya el auto corrector me señaló la palabra “COMPAÑERE” como un error gramatical, pero este texto quiere explorar un poco más allá, analizar juntos los dos lados de la moneda y hacer un esfuerzo por entender la demanda, la necesidad de ser visualizados de los grupos demográficos que no se identifican con los géneros hasta ahora reconocidos, hombre o mujer.

Como gran parte de los lectores yo también soy una fiel seguidora de la RAE (Real Academia Española), de todo lo que me apasiona en la vida, creo que el lenguaje y en especial el idioma de Cervantes encabeza la lista, el español me parece un idioma tan bello como vasto y generoso, pocos idiomas tienen tantas palabras y formas para describir la belleza. El español es, además de fonéticamente hermoso, un compendio de aportaciones, palabras y significados de las lenguas originarias de todo el territorio de habla hispana, lo que lo hace un tesoro para el entendimiento humano.

Siempre he dicho que los pueblos somos como nuestra escritura, cada idioma tiene propiedades que lo hacen único y lo diferencian del resto del mundo, incluso visualmente las letras y símbolos con los que se dan a entender los habitantes de los diferentes territorios geográficos nos hablan de su estructura mental y su pensamiento abstracto.

Sin irme más con el tema de cómo me suenan y cómo veo otros idiomas, les puedo decir que el español es para mí como un camino, se escribe de forma lineal y va dividiéndose en ramificaciones que le dan un significado a cada idea. La semántica de cada palabra va más allá de describir un objeto, nos habla de emociones, historias y características de una sociedad.

Esto lo comento para expresar que para mí el idioma es una ciencia exacta y precisa y en este caso, la RAE y en México específicamente la AML (Academia Mexicana de la Lengua) son las guardianas de la materia.

Entiendo y estoy de acuerdo también en que la lengua es un ente vivo, y que cambia y se modifica de un lugar a otro, y de un tiempo a otro, y que al pasar de los años va integrando nuevos vocablos, así como dejando atrás, los que ya son obsoletos por la situación que vive la humanidad de cada época.

Estos días hemos sido testigos de la polémica que desató el reclamo de una persona en redes sociales cuando en sus clases en línea pide -ya en el límite de la desesperación-, que se refieran a ella como “COMPAÑERE”. El tema no es tan nuevo como parece y es sin duda complicado de abordar por cualquier ángulo, pero es algo que tenemos que hacer ya, cada vez es más la gente que exige un lenguaje inclusivo y creo que es deber de la sociedad saber qué es lo que nos están pidiendo.

Como el universo cada cabeza tiene millones de razones, unos estarán a favor y otros en contra, quiero aclarar en este punto de mi texto que yo estoy escribiendo como aprendí a hacerlo desde pequeña, no estoy haciendo caso de las reglas ni a las nuevas tendencias y no es porque esté en desacuerdo con éstas, simplemente me siento cómoda escribiendo y hablando sin distintivos específicos.

Una vez aclarado esto quiero señalar que yo como mujer no me siento excluida cuando se refieren a nosotros como mexicanos, seres humanos o ciudadanos, en ningún momento he visto esto como un “androcentrismo” -visión del mundo y de las relaciones sociales en el punto de vista masculino-, de hecho creo que no es necesario un lenguaje que diferencie el género para ser inclusivo, por ejemplo en Inglés no hay distintivo al final de las palabras y no por eso las sociedades que lo hablan son más menos equitativas.

Para la RAE el uso de la @, “x” o al final de cada sustantivo como supuesta marca de género inclusivo es ajeno a la morfología del español, además de innecesario, pues el masculino gramatical ya cumple con esa función como término no marcado de la oposición de género.

Cada territorio y cada idioma tiene sus propias variantes y para poder pretender incluir nuevas versiones. es muy importante conocer las reglas gramaticales para no caer en errores innecesarios y catastróficos que verdaderamente deformarían irreversiblemente el idioma.

No voy a ahondar en ejemplos porque todos escuchamos todos los días información sobre el tema, sabemos que quien ejecuta una acción recibe el término de ente, éste es el participó activo del verbo que no es masculino ni femenino y que por consecuencia no necesita ser modificado: quien estudia es estudiante, quien preside es presidente, quien habla es hablante y quien reside es residente.

La polémica está más bien enfocada a la diferenciación en el sujeto que se refiere siempre a una persona, no aplica para animales ni cosas.

Hasta ahora nos hemos referido a los sujetos como él o ella, por eso decimos compañeras y compañeros, pero al hacerlo estamos excluyendo a un importante sector de la sociedad que también merece se refieran a ellos como lo que son, personas no binarias, es decir, que no se identifican con el género que se les asignó en el momento de su nacimiento o que simplemente quieren ser tratados como una identidad neutral.

Esto es una realidad y de nada sirve polemizar con el tema, la sociedad LGBTTIQ+ ha ido ganando su merecido terreno, poco a poco a base de crear conciencia sobre el respeto que merece cualquier tipo de género u orientación sexual sin ser juzgados ni excluidos por ningún motivo.

“Si no me nombras no existo”, es un slogan sudamericano para exigir un espacio dentro del idioma.

¿Qué va a pasar? No lo sabemos, los cambios sociales se van dando sin freno y en sentido frontal y también lateral.

Modificar el lenguaje para incluir a las personas que así lo solicitan puede ser además de un acto de respeto, un acto de inclusión a la diversidad que es lo único que nos lleva a un desarrollo seguro y justo.

No sé si yo pueda acostumbrarme a usar un lenguaje inclusivo todo el tiempo, pero si alguien me lo solicita directamente considero mi deber llamarlo como prefiera, es un derecho de las personas ser nombradas de una forma respetuosa y que les resulte amable y en donde encuentren empatía y respeto a su orientación y género, no solo sexual, Durante años nos hemos referido a las minorías de forma grosera, excluyente y discriminatoria, y ya es hora que nombremos a cada persona como lo que es y no como queramos referirnos a ellas. Por eso es importante cambiar nuestro vocabulario para usar los términos correctos, porque si vamos a defender el idioma es importante decir que las palabras denigrantes y racistas tampoco están incluidas en un lenguaje correcto y ético.

Lo que si me voy a proponer hacer es usar términos neutros para no excluir a ningún integrante de la población y creo que es algo que nos sentaría muy bien a todos, usar términos como: Estudiantado, sociedad, población, ciudadanía, en vez de tener siempre que distinguir entre hombres, mujeres y personas no binarias.

La misma RAE reconoció recientemente en un comunicado oficial en redes sociales que quizá tenga la opción de preguntar a cada quien como desea ser llamado.

La decisión al final es de cada quien, decidiremos en base a la información y la empatía cómo nos nombramos entre nosotros y para eso es fundamental mencionar que para ser tratados como queremos tenemos que hacer lo mismo con las demás personas.

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