martes 08 octubre, 2024
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«RIZANDO EL RIZO» Ni contigo ni sin ti o “la paradoja hecha contradicción”

 

Ni avec toi, ni sans toi.

Epitafio de la señora Jouve 

La mujer de al lado, François Truffaut.

De poco se habla en estos días que no tenga relación con la pandemia. Las problemáticas de antes se analizan hoy a la luz de este fenómeno. La crisis se apodera de nuestro presente, pero también de nuestro pasado y —sobra decirlo— del futuro. Nuestra vida anterior se mira a través del lente del COVID-19. El mundo del mañana no puede imaginarse sin reflexionar en torno al nuevo coronavirus. Esto es verdad en la vida personal, en la vida pública y en los discursos que llegan a nosotros a través de los medios. 

Los medios de comunicación durante la pandemia se han caracterizado por dos fenómenos. El primero ya existía y no nació con el nuevo coronavirus, pero sí se ha venido acentuando con la crisis. La desinformación ha hecho de las suyas durante este momento tan complejo para el mundo; ha avivado el pánico y la desconfianza. 

La saturación de información ha sido el otro fenómeno. Sin duda, la amplia disponibilidad de datos e información es una característica de esta época. Apenas están produciéndose las noticias cuando ya están llegando a nuestros dispositivos móviles. Ha sido así durante los últimos años, pero en estos meses toda esta capacidad se ha volcado hacia un mismo tema. Nuestras cabezas están a punto de reventar de tanta información sobre COVID-19 y aun así no sabemos nada.

Es raro tener este tipo de incertidumbre en estas épocas, en la era en la que todo se lo podemos preguntar a Google. Estamos acostumbrados a desconocer datos más lejanos, sobre la composición de la atmósfera de Marte hace miles de años o sobre los animales que habitan las profundidades del océano, pero desconocer tanto sobre un virus con el que estamos conviviendo y que se encuentra en el interior de millones de nosotros parece nuevo para la sociedad de la información. 

En este panorama, los expertos intentan dar su mejor cara. La gente de ciencia nos da sus mejores consejos y sus concienzudas previsiones. Imposible con ellas generar certezas cuando ellas mismas no vienen de una seguridad en sí misma. ¿Cuánto tiempo viviremos con este virus? ¿Habrá una segunda ola de contagios? ¿Cuándo estará lista la vacuna? ¿Es seguro que tendremos una vacuna? ¿Los cubrebocas son suficiente para protegernos? Todas son incertidumbres que los expertos intentan responder lo mejor posible. Cuando se les atiende de manera individual, incluso logran dar seguridad. El problema es cuando miramos el panorama entero. 

Visto a gran escala, el bombardeo de mensajes está lejos de causar certidumbre. En todo el mundo se reciben estímulos que empujan hacia dos direcciones distintas, lo que causa una enorme confusión. Un día el virus no afecta a los infantes, al día siguiente les causa un síndrome que no se tenía documentado. Un día la gente adquiere inmunidad al virus tras infectarse, al día siguiente se ven casos de reinfecciones. Un día los animales no pueden contraer el virus, al día siguiente se detecta en un perro, al otro se desmiente ese hecho y al siguiente se dice que ahora lo ha contraído un gato. Son, quizá, las vicisitudes de un virus escurridizo, que no siempre anuncia cuando ha llegado, pero es también nuestra falta de herramientas para enfrentarlo, así como los vicios y errores que tenemos al comunicarnos. 

El antropólogo inglés Gregory Bateson estudiaba ya hace algunas décadas la teoría del doble vínculo o del doble mensaje. Explicaba que la esquizofrenia en la familia se desarrollaba cuando se emitían mensajes “con dos preposiciones complementarias y contradictorias, que son lanzados continuamente y hacia el futuro esquizofrénico, por sus padres”. Hoy nuestra sociedad parece estar de cara a una futura esquizofrenia, siendo blanco de dos corrientes cruzadas y contradictorias de mensajes, a veces emitidas por la misma fuente. 

Frente al panorama trazado por Bateson, existen tres salidas que derivan en la evasión o la confrontación de la realidad. En la primera, el sujeto cree que “la situación es lógica para los demás, pero no para él” y entonces, dice Bateson, “surge la forma paranoide de la enfermedad”. En la segunda, “el sujeto escoge obedecer al azar y surge el delirio”. En la última, el sujeto se bloquea frente a los mensajes, lo que Milton H. Erickson, psicólogo norteamericano, llamó exquisitamente “la paradoja hecha contradicción”. 

Todo esto viene al caso dada la reciente invitación, que circuló en redes sociales, a pensar en esta teoría en relación con la forma contradictoria que han tenido los discursos emitidos para atender la pandemia. Se trata de una serie de discursos que, finalmente, se convierten en una forma de control global desde el poder, que va produciendo esquizofrenia y angustia. Si bien hay que trabajar en ello, lo cierto es que podemos ver algunos ejemplos y reflexionar sobre la propuesta más detenidamente y sus influjos desde el poder.

Paranoia, delirio, paradoja hecha contradicción, cualquiera de las salidas se antoja poco deseable. ¿Cómo evitaremos la esquizofrenia del doble mensaje? Habrá que decidirlo pronto. 

Ilustración. Diana Olvera

Manchamanteles

Recientemente se conmemoró el aniversario 95 del nacimiento de la gran Rosario Castellanos, símbolo de la exquisitez literaria y los derechos de la mujer, quien planteó que “Matamos lo que amamos. Lo demás no ha estado vivo nunca”. Así, la autora de Balún- Canán y Mujer que sabe latín manifiesta el sentido de la pasión como el elemento primigenio de la existencia y la estética con el que vale la pena coincidir hoy más que nunca. ¡Viva Rosario Castellanos!

Narciso el obsceno

Los narcisistas necesitan ser admirados de una forma patológica para tener permanentemente reconocimiento y atraer la atención de todos, aunque esto no sea suficiente nunca. La perversión del narcisista busca entonces satisfacer sus deseos y escaseces al costo que sea, al tiempo que utiliza a los demás para sus propios fines. Aunque la humanidad atraviese una pandemia, ellos no se dan cuenta.

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