lunes 06 mayo, 2024
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COLUMNAS HANNIA NOVELL

«EL RING DE LOS DEBATES» Jóvenes en peligro

 

Eusebio conduce un Uber desde hace tres años. Justo cuando fue despedido de la fábrica en la que laboró durante casi 11 años, decidió incorporarse al equipo de la plataforma digital.

Para toda la familia ha sido relativamente fácil adaptarse a la nueva dinámica, los ajustes en el gasto familiar, los horarios y los días de descanso: el tiempo para la convivencia familiar se redujo significativamente.

Hoy, lo que más angustia a Eusebio es un doloroso descubrimiento. Su hijo menor notó en la pierna de su hermana mayor una herida sangrando. Alarmado, acudió a sus padres para que auxiliaran a Brenda.

No fue un accidente. Como miles de niños en todo el mundo, Brenda se produce heridas en el cuerpo. Tiene las piernas rayadas por cicatrices, el corazón destrozado y las ilusiones rotas. Además del daño físico, que ella misma se ha provocado, tiene una profunda tristeza y ataques constantes de ansiedad.

La práctica del cutting ha aumentado 30 por ciento entre los jóvenes de todo el mundo. Los especialistas indican que el propósito de esta flagelación no es el suicidio, pero hay una línea muy delgada entre la vida y la muerte: un corte mal calculado marcaría el punto final de una vida en ciernes.

Las estadísticas indican que en los últimos tres años, el cutting ha aumentado 68 por ciento en niñas de 13 a 16 años. El género es un factor de ineludible análisis, porque mientras el 58 por ciento de las mujeres, entre los 12 y 19 años, se produce lesiones de algún tipo, entre los hombres las cifras se reducen al 53 por ciento.

Mujeres y hombres, ven en la práctica del cutting la posibilidad de contrarrestar el sufrimiento; así es como alivian el dolor y la ansiedad provocados por eventos traumáticos, como una violación, pero también presiones sociales. Es la respuesta cotidiana, en el mundo contemporáneo, para mitigar los efectos de la soledad, el bullying y el acoso escolar.

Los psicólogos de adolescentes y jóvenes explican que las lesiones son, generalmente, un ejercicio de control y de autocastigo; una forma de expresión. No es que pretendan llamar la atención, sino que ignoran cómo manejar sus inquietudes, expresarlas y encontrarles solución. Por eso usan playeras con mangas largas, pantalones y bufandas, para ocultar las heridas.

En México, como en todo el mundo, los adolescentes creen que resulta más fácil manejar el dolor físico, que controlar el dolor emocional. Sobre todo, si tienen problemas de afectos o son perfeccionistas, con episodios de ansiedad cuando se enfrentan a exámenes finales o a competencias deportivas.

Maestros y padres de familia, de todas latitudes, han volteado la mirada a las redes sociales con la intención de encontrar en ellas la razón de las autolesiones que se infringen sus hijos. En parte tienen razón.

El exhibicionismo propio de plataformas como Facebook, Instagram y YouTube es un material de riesgo, porque incluso hay tutoriales que son muy populares entre estudiantes de secundaria y preparatoria. Sin embargo, en la mayoría de los casos, practican el cutting por imitación, porque así lo hacen sus amigos.

Eusebio y Brenda han hecho un acuerdo formal. Padre e hija reconocieron que sólo juntos pueden salir adelante y abordar, con el acompañamiento de profesionales en psicología y psiquiatría, los episodios de soledad, tristeza y ansiedad. Hallar el camino de resiliencia, para enfrentar cualquier situación extrema.

 

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