Ya éramos muchos y parió la abuela, fue lo que pensé cuando vi la noticia sobre la exposición en Bellas Artes sobre los diferentes modelos y representaciones de nuestro Prócer Revolucionario el Excelentísimo General Emiliano Zapata, a quien no duden, yo admiro bastante.
En la que sobresale de entre 100 obras que perdieron automáticamente su protagonismo, un pequeño cuadro en el que se representa al General desnudo, en posición sugerentemente femenina, con tacones y abrazando un también femenino corcel blanco.
Poco faltó para que los inconformes sacaran los restos del general y fueran con sus huesitos a pelear, reclamar e incluso exigir fuera retirada la pieza bajo amenaza de quemarla.
Cientos de ofendidas personas, descendientes, coterráneas o simplemente simpatizantes se manifestaron en las instalaciones del Palacio de Bellas Artes y llenaron también los medios y las redes sociales con sus furtivas protestas.
Pregúntame yo -como lo hago todo el tiempo-. ¿Qué fue lo que ofendió de tal manera a sus aguerridos defensores?
A lo largo de la historia, miles de artistas han representado personajes históricos, ficticios y reales como han querido, como han decidido hacerlo para sentirse más familiarizados o empatices con su imagen.
Nadie creería que en realidad Jesucristo era rubio y poseía esas perfectas facciones occidentales cuando pertenecía a la raza y el genotipo de Medio Oriente, lo mismo con la Virgen María, los doce apóstoles y la gran mayoría de los Santos, al menos yo, no recuerdo nunca haber visto uno feo o morenito.
Hemos visto Fridas hippies, hipsters, hipersexualidades, casi igualándola a Marilyn Monroe, incluso a la Virgen de Guadalupe, personaje venerado por la gran mayoría de los mexicanos caricaturizada y acompañada de textos no precisamente sacros.
Hemos representado a héroes, científicos, deportistas, dioses mitológicos y demás personajes de mil maneras y no recuerdo yo jamás un descontento ni un escándalo como el de esta semana.
El problema es que al artista conceptual Fabián Cháirez se le ocurrió representar al héroe revolucionario de una manera nada viril y a nosotros los mexicanos eso nos incomoda, porque para nosotros la virilidad es más importante que nada en el mundo, exigimos ver a nuestros representantes históricos erguidos y fuertes incluso con una representación fálica que añada fuerza a su imagen, así recordamos a Moctezuma y Cuauhtémoc con grandes penachos y un báculo en la mano, a los héroes independentistas y revolucionarios siempre montados sobre un vigoroso y gran caballo y empuñando algún tipo de arma, sable, rifle, pistola, que nos deje en el inconsciente la seguridad de que nuestros representantes y salvadores históricos han sido todo menos “Maricones”, menos femeninos, menos vulnerables.
Quien se atreve a sugerir lo contrario merece la hoguera.
Recordemos que se trata de una pieza artística, de una visión personal del pintor, a nadie le es obligado verla ni comprarla, no está apareciendo en los nuevos billetes ni será la imagen oficial de nada, es simplemente la interpretación personal de alguien, olvidamos de inmediato a las Vírgenes de Botichelli, las aberraciones de Distroller, a las Marilyns, Fridas, Josefas, ridiculizadas y sexualizadas, al grado extremo para indignarnos, nuestro deporte favorito, porque alguien “Feminizó” a uno de nuestros grandes héroes mexicanos y eso, parece ser lo más grave que pueda pasar en este país.
Dudo mucho que si lo hubieran representado en medio de víctimas, cadáveres y destrucción o con un porro en la mano, incluso mostrando su falo, que alguien se hubiera desgarrado las vestiduras como con el hecho de que se le represente en actitud femenina, lo que viene a confirmarnos una vez más que en México ser mujer o pretender serlo es efectivamente una desgracia y una marca de inferioridad.
