martes 21 mayo, 2024
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COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«COLUMNA INVITADA» Violencias invisibles

 

En las dos últimas semanas en este país se ha hablado insistentemente de la violencia contra las mujeres, redes sociales, blogs, noticieros, medios escritos y radiofónicos han dado cuenta de todo ello.

Que si la brillantina rosa, que si las pintas en monumentos públicos, daños en estaciones de metrobús, gritos y manifestaciones para dejar en claro que ya basta con la violencia que se arremete contra las mujeres de la Ciudad de México, de otras entidades, en el país entero.

El día 25 de cada mes, denominado ¨día naranja¨, por acuerdo de la ONU, se instituyó como campaña institucional para poner fin a la violencia que viven las mujeres en el mundo; y después de la celebración del tercer encuentro de observatorios locales de participación política de las mujeres, se puede hablar de las violencias que no se ven, pero se sienten, disminuyen, duelen y son difíciles de transitar, pues ante las pocas evidencias no siempre se denuncian.

Esas violencias silenciosas se viven en muchos sectores y ámbitos de la vida diaria de las mujeres, en su participación pública existen y sus manifestaciones son en la mayoría de las ocasiones imperceptibles.

En la participación política de las mujeres, ya sea en partidos políticos, como aspirantes, candidatas, en el ejercicio del cargo, en el desempeño del servicio público o como funcionarias de órganos autónomos, es recurrente la violencia invisible.

Particularmente ha existido una violencia que poco se ha denunciado y sucede en los procesos electorales. Justo en la promoción de las campañas y en las noticias y programas de espectáculos, existen diferencias entre los que se publica y publicita a favor de los hombres candidatos frente a las mujeres candidatas.

Esto es, los partidos políticos promocionan más y mejor a los hombres que a las mujeres, lo cual se puede constatar en los informes del monitoreo que realiza el INE y algunos de los OPLES en las entidades, obligación mediante la cual, la autoridad electoral vigila que los contenidos no vulneren la equidad en la contienda, que el contenido no lleve implícita violencia contra las personas que son candidatas, de conformidad con el modelo de comunicación que en materia electoral actualmente existe.

Las clasificaciones que se encuentran en los informes de monitoreo del INE también nos muestran que los análisis de los promocionales es por imagen y por el tipo de lenguaje usado.

En las imágenes que exponen, permite observar mensajes estereotipados y con violencia de género. Con el lenguaje se aprecia el género de la voz en off, el género al que se dirige, el tipo de lenguaje ya sea incluyente o neutro y si usa un lenguaje sexista.

Más allá de que el informe de monitoreo arroja que sí existieron mensajes estereotipados en su mayoría femeninos y que el anunciante o voz en off es de hombre, lo cierto es que donde verdaderamente se encierra la violencia de género es en la cantidad de ocasiones que se promociona a un hombre frente a las veces que es a las candidaturas de mujeres.

Del 100 por ciento de spots, en el proceso federal pasado, se promocionó en un 55 por ciento a los hombres y un 23 por ciento a las mujeres, un 14 por ciento fueron spots genéricos y en un 8 por ciento aparecían hombres y mujeres juntos.

De los anteriores resultados es evidente que, tanto los partidos políticos y las instituciones electorales administrativas, de manera directa, unos, e indirecta los otros, permiten las violencias invisibles hacia las mujeres en su participación política, quizá sin querer.

Pero aún y cuando no sea la intención generar violencia, el hecho de que no exista una equidad entre las personas, hombres y mujeres que se promocionan, lo cierto es que sucede y es una práctica que sigue replicando la inequidad con la que participan ambos géneros en política.

Disminuir esa brecha de desigualdad debe ser el reto de las instituciones electorales, administrativas y jurisdiccionales, que hombres y mujeres sean igualmente promocionados, además de que es necesario que ello se convierta en una obligación para los partidos políticos, ya que la manufactura, diseño y promoción de las campañas se hace con recursos públicos.

 

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