sábado 18 mayo, 2024
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CEREBRO 40 BÁRBARA LEJTIK BLOGS

«CEREBRO 40» Perdón por las molestias que nuestra brillantina les ocasione

 

El Himno Nacional Mexicano en su párrafo tercero dice lo siguiente:

Antes patria que inermes tus hijos (e hijas), bajo el yugo su cuello dobleguen, tus campiñas de sangre se rieguen, sobre sangre se estampe su pie.

Y tus templos, palacios y torres, se derrumben con tórrido estruendo y sus ruinas existan diciendo, de mil héroes (y heroínas) la patria aquí fue”.

El viernes por la tarde las mujeres enardecidas, cansadas, furiosas, tomaron las calles de la Ciudad de México para protestar, para quejarse una vez más, para otra vez pedir justicia.

Porque seguimos siendo asesinadas, violadas, acosadas, ultrajadas, porque las mujeres en este país al parecer son un objeto para descargar el odio y la frustración de muchos hombres, que no entienden que la naturaleza los dotó de un pene como parte del aparato reproductor masculino y que sirve para que en consenso con su pareja se pueda originar vida, para complementar el acto reproductivo con amor, con alegría y con placer mutuo, que esa aparente extremidad en su cuerpo no es un arma, no es un elemento de tortura que los provee de superioridad y fuerza para lastimar y descargar su odio.

Las mujeres ya estamos cansadas, hartas de pedir amablemente respeto, justicia; los padres claman por sus hijas desaparecidas y son ignorados; los formularios para denunciar agresión son ofensivos; preguntan a la víctima por qué estaba sola a esas horas de la noche, o por qué iba vestida de manera provocativa; las que hemos sido objeto de acoso sexual, de ofensas, de comentarios humillantes, de furtivos manoseos en los transportes públicos, o en los bares, o en las calles, tenemos que sentirnos agradecidas porque solo fue eso, porque no pasó a mayores, porque solo fue alguna insinuación o presión laboral, o porque solo nos metieron mano pero no nos violaron, no nos asfixiaron, no nos apuñalaron, no nos dejaron caer una piedra de 30 kilos en la cabeza; porque no aparecimos descuartizadas en una bolsa deportiva por allá en algún bordo, porque no destruyeron nuestra vagina con una navaja o con una botella rota, porque no pasaron varios policías a darse gusto sobre nosotras, porque no regresamos a casa muertas en vida para siempre, porque una violación acaba con la vida de una mujer, es la peor de las humillaciones, el más terrible de los ultrajes, marca para siempre a una familia y a sus descendientes. Y una sociedad no se puede sustentar sobre estas bases, sobre mujeres anuladas y maltratadas, sobre muertas en vida sin sueños y sin dignidad, sobre mujeres que darán vida con miedo, con rencor, presas para siempre en una pesadilla eterna. La peor de todas.

Las mujeres que salieron a protestar el viernes, a representar y a marchar por todas las demás no iban solas, esta vez llevaban brillantina rosa, palos, pintura; esta vez no se conformaron con mostrar pancartas en las que amablemente solicitaban al gobierno y a la sociedad ser escuchadas.

El Ángel de la Independencia, La Victoria Alada, uno de los iconos más emblemáticos y queridos de nuestro país fue espacio de denuncia de quienes igual que ella un día fueron atacadas solo por eso, por ser mujeres, por estar ahí. 

Después fue tapada con tapias para que nadie la vea, que vergüenza. ¿Qué van a decir los demás si la ven así? Sucia, ultrajada, así son ocultadas las demás mujeres, de la misma manera enterrados sus restos, calladas sus voces.

Yo amo los símbolos nacionales, amo los monumentos y amo a la Ciudad de México, pero les voy a decir una cosa: Si alguien toca a alguna de mis hijas, yo no voy a pintar una consigna en alguna escalinata de un monumento histórico, yo voy a derrumbar ese y todos los monumentos que pueda, no voy a usar brillantina, voy a usar dinamita y no habrá nada ni nadie que pueda frenar mi ira, después seguramente me inmolaré con fuego a mí misma, incapaz de hacer frente a tanto dolor.

No es posible que la sociedad nos dé la espalda, que nos juzgue, que no nos entienda, que lamente más un monumento dañado que la vida de millones de mujeres y niñas destruidas.

Leí esto: “Nadie en el mundo, nadie en la historia, ha conseguido nunca su libertad apelando al sentido moral de sus opresores”.

Y si, esta es una revolución, no por libertad, no por independencia, es una revolución por respeto, por el derecho a vivir, a ser ciudadanas libres y seguras, éste es un grito de guerra al gobierno y a la sociedad, éste tiene que ser el principio del final.

Las Mujeres ya no podemos más, ya no queremos vivir así. 

Ojalá al vernos a todas juntas, hombro con hombro, apoyadas por tantos hombres que están de acuerdo con nosotras, que nos valoran y nos ven como iguales, que no parecen de otra especie animal, marchando decididos todos juntos, sin detenernos y sin bajar la mirada, a ver si así si nos escuchan, si nos toman en cuenta.

No estuve ahí, pero estoy aquí, a mí si me representan estas feministas que marchan en nombre de todas, en nombre de las que ya no están o de las que no se atreven por miedo.

Disculpen las molestias que nuestra indignación les represente.

Estamos luchando por nuestras vidas y las de nuestras hijas.

 

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