sábado 18 mayo, 2024
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«HIPERREALISMO FEMENINO» Matrimonio infantil: violencia consensuada

 

Claudia disfrutaba salir a recorrer sin prisa las calles más céntricas del pueblo michoacano en el que había vivido sus catorce años. Adoraba la inmensidad que otorgan las huertas aledañas al pueblo, y la libertad de acompañar a los vientos en su andar. Experimentaba la alegría singular de vivir su primer amor, con un joven seis años mayor que ella. En esa etapa de colores y dolores específicos, no experimentaba aún la tensión de construir un proyecto de vida, sin embargo, de vez en cuando se detenía a contemplar las posibilidades que le aguardaban en algún lugar del mundo.

Abruptamente, cierto día sus dinámicas cotidianas se pintaron de colores desconocidos. En una ocasión, mientras caminaba con su novio, sorpresivamente él la tomó de forma violenta y le arrancó parte del short de mezclilla que traía puesto: “¡Así está mejor, para que enseñes más, como te gusta!”.

Desde aquel momento, comenzaron una serie de acontecimientos que dispondrían el rumbo de su vida. Días después de aquella primera manifestación de violencia, ella había llegado a casa antes de las ocho de la noche, acatando las órdenes de su padre, quien le tenía determinantemente prohibido llegar después de esa hora. Su novio la llamó y le pidió que saliera a verlo un momento, le insistió. Al salir y encontrarse con él, le tiró bruscamente del cabello y le dijo que ya no regresaría a casa. A la fuerza le subió a una camioneta donde ya les esperaba otro hombre, quien manejó hasta las huertas aledañas al pueblo, donde cambiaron a otra camioneta que ya les esperaba en ese lugar. Ella recuerda que sólo lloraba durante aquel trayecto, en el que claramente sospechaba lo que vendría después. “Me retuvo ahí toda la noche y me dijo que al día siguiente iríamos con mis padres por el perdón para casarnos”, comenta Claudia.

El mencionado perdón, es una especie de ritual tradicional que se realiza en algunas comunidades, durante el cual, si una adolescente supuestamente decide “irse con el novio”, la pareja regresa al día siguiente con los padres de la menor, para pactar que dada la supuesta decisión, el siguiente paso inevitablemente es la unión de la pareja. 

En el caso de Claudia, como en el de muchas niñas y adolescentes en México que se ven involucradas en una situación así, al ser menores de edad, un adulto de la familia firma en su nombre el consentimiento para la unión civil. Este acto, es una forma consensuada socialmente en diversas comunidades, para que las menores contraigan matrimonio con hombres mayores de edad. Lo anterior debido a que, hasta antes del 4 de junio del año en curso, el Artículo 148 del Código Civil Federal, permitía el matrimonio a partir de 16 años para los hombres y 14 años para las mujeres; actualmente las últimas reformas a dicho Artículo,  prohíben el matrimonio infantil y adolescente, estableciendo los 18 años como edad mínima para este contrato civil sin excepciones.

“Yo podría haber dicho que no, pero él me amenazó con matarme si me negaba, y perseguirme si escapaba, yo sabía que él era capaz de cumplir su amenaza, porque se rumoraba que él andaba en malos pasos”. La historia de Claudia, disuelve una serie de prejuicios sociales que giran alrededor del matrimonio infantil y adolescente.

Este fenómeno representa una violación grave a los derechos humanos de las menores. Así mismo, genera otros factores de riesgo como la violencia sexual, el embarazo a temprana edad, el abandono de los estudios, y rezago económico; suma que las vulnera ante otras manifestaciones de violencia de género. Además, está normalizado y es aprobado socialmente, confluyendo así, diversas formas de violencia ligadas a la subordinación estructural de la que son víctimas las niñas y adolescentes. 

De esta manera observamos que la reciente reforma al Código Civil Federal, es una medida importante, pero no suficiente. De acuerdo a la UNICEF, en América Latina y el Caribe, las uniones tempranas no matrimoniales son más frecuentes que el matrimonio formal y legal, además de que los matrimonios infantiles en la región se han mantenido alrededor del 25 por ciento durante la última década. De continuar las tendencias actuales, se estima que casi 20 millones más de niñas, en América Latina y el Caribe, se habrán casado en la infancia para 2030. 

 

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