lunes 13 mayo, 2024
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«RIZANDO EL RIZO» ¿Qué hay detrás de Bitcoin, la moneda que permitió las filtraciones de Edward Snowden?

 

“Bitcoin rompe bruscamente con todo lo establecido: es una mutación dentro de

una mutación radical.”

Jon Matonis

 

Hace algunos días, el activista Edward Snowden reavivó la polémica en torno a Bitcoin, pues reveló que con este sistema pagó los servidores que le permitieron hacer las filtraciones de la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés). Snowden es un exempleado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), perseguido por el gobierno estadounidense por haber revelado la presunta existencia de un enorme sistema de espionaje que habría permitido intervenir las comunicaciones de millones de personas alrededor del mundo. El extécnico de la CIA, quien actualmente se encuentra asilado en Rusia, fue acusado de espionaje por EE. UU., al dar a conocer que la NSA habría vigilado las llamadas telefónicas de 35 líderes mundiales. Desde su nueva locación, Snowden participó virtualmente en la Bitcoin Conference 2019, en San Francisco, donde aseguró que Bitcoin es “el primer dinero libre”, dado que permite “intercambiar e interactuar sin necesidad de permiso”. La mención me pareció una buena oportunidad para volver a contrastar los argumentos a favor y en contra del uso de este sistema monetario. El mismo Snowden ha dicho: “si no es privado, no es seguro”.

De acuerdo con sus promotores, Bitcoin es una moneda como cualquier otra que permite intercambiar bienes y servicios, pero tiene la diferencia de ser “descentralizada” y no estar controlada por un grupo de personas o un país. Sus simpatizantes colocan como sus principales ventajas que no requiere intermediarios; que no pertenece a ningún Estado y se puede usar en todo el mundo (por lo que puede intercambiarse con diferentes divisas), y que posee un sistema criptográfico que impide su falsificación. Sin embargo, en la que es tildada de su principal virtud se encuentra también su principal flaqueza: Bitcoin, a diferencia de los sistemas monetarios comunes, no pide a sus usuarios revelar su identidad ni dar a conocer sus datos para hacer transacciones.

Foto. Julia Jayme

Quienes ven en esto un factor positivo resaltan que a lo largo de la historia los problemas informáticos de seguridad al realizar pagos y transacciones han radicado en la posesión de los datos de los usuarios y compradores. El robo de números de tarjetas de crédito, la duplicación de identidades y los fraudes son posibles, desde esta óptica, gracias a que existe una base de datos que, de uno u otro modo, siempre termina siendo vulnerable. La solución para ello sería entonces que esta base simplemente no existiera y que las transacciones no pudieran ser rastreadas, para impedir que se revele información sensible. 

Es justo en torno a ello que abundó Snowden en la Bitcoin Conference 2019. Aseguró que sistemas como éste son vitales para proteger datos personales. En su caso, Bitcoin fue crucial para realizar su filtración de datos, dado que pudo pagar los servidores que servirían de plataforma para divulgar información sin que pudiera ser rastreado a través del dinero. En este sentido, lo que se resalta es la ventaja que las criptomonedas dan al ejercicio de un periodismo libre.

La importancia de la privacidad es irrebatible. No hay duda de que nos encontramos inmersos en un estado de vigilancia del que cada vez es más difícil salir (si no es que a estas alturas ya es imposible). Sin embargo, hay que reconocer que el dinero no rastreable también presenta una serie de desventajas que no podemos pasar por alto. Y, para ser justos, para exponer este argumento, acudiremos a una fuente situada exactamente en el polo opuesto a nuestra referencia anterior. El premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, considera que el Bitcoin: “Es una burbuja que generará muchos momentos emocionantes mientras escala hacia arriba, y luego caerá”.

Foto. Julia Jayme

Bill Gates, fundador de Microsoft, ha estado de acuerdo en que, en efecto, la principal característica de las criptomonedas es el anonimato; es decir, la incapacidad de cualquier institución de rastrear a quienes las utilizan para realizar pagos y transacciones. Aunque, por supuesto, ésta es una ventaja para la privacidad y para la protección de los datos del usuario común, no podemos dejarnos llevar por la ingenuidad y pensar en un mundo donde el dinero es sólo utilizado por gente con buenas intenciones. Ante ello, Gates ha resaltado que “la capacidad de los Gobiernos para encontrar lavado de dinero, evasión de impuestos y financiamiento del terrorismo es algo bueno”. En países como el nuestro, me atrevería a asegurar que esta capacidad también sería necesaria para evitar y perseguir la delincuencia organizada que padecemos los de a pie.  

Ambos personajes tienen razones de peso y quizás esta discrepancia revela el que es en realidad el centro de todos los conflictos del mundo: el balance entre la libertad y la seguridad. Sin privacidad, no hay libertad de acción para la ciudadanía, pero tampoco la hay sin seguridad. Ambas perspectivas representan caras opuestas de la moneda, ambos personajes dedican sus vidas a defenderlas; nosotros, los ciudadanos comunes, quizás tengamos que encontrar un punto medio entre ambas.

Manchamanteles

El antropólogo Diego Prieto, titular del INAH, anunció que en Morelos hizo un merecido reconocimiento a cuatro guardianes de la memoria zapatista. Me refiero a los admirables Salvador Rueda Smithers, Laura Espejel López, Francisco Pineda Gómez y a Carlos Barreto Mark, uno de los decanos de la historia regional morelense. Desde la historia y la antropología, cada uno de ellos ha realizado un trabajo de investigación excepcional tanto individualmente como en forma conjunta; otras veces más, alimentándose, dialogando y criticando desde sus propios trayectos y aportaciones a la historiografía del tema. Todos poseen una lúcida obra sobre el zapatismo, fuente luminosa e inagotable de inspiración, esperanza y resistencia cultural, que se vuelve necesaria ante el porvenir incierto de unos tiempos marcados por un reloj que contradice el tiempo-espacio de lo global y lo local. Recientemente, en Jiquilpan, Salvador Rueda Smithers, daba una templada pincelada historiográfica, en torno al llamado Caudillo del Sur: “La revolución de Emiliano Zapata no se trató de la historia de la corajuda lucha entre los pueblos morelenses y las haciendas cañeras en las que hubo ganadores y derrotados; fue la confrontación de dos maneras de ver el mundo, el careo de las culturas mexicanas”.

Narciso el Obsceno

El narcisista se muestra impasible ante los lazos afectivos que instaura cuando surgen las discrepancias que revelan que el “otro” siempre preexiste. El cosmos de las redes sociales ayuda el engrandecimiento de una de las tipologías del narcisismo: la reclusión en un mundo solipsista.

Ilustración. Julia Jayme

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