lunes 13 mayo, 2024
Mujer es Más –
COLUMNAS GILDA MELGAR

«DOLCE ÁLTER EGO» ¿Y mi aguacate?

 

El menú para la comida en casa arrancó esta semana con un sencillo pero sustancioso “Caldo de  pollo”, la sopa que a los chilangos nos llena de cuerpo y alma, tan único que hasta se vende como plato principal en puestos callejeros y fondas de culto.

Después de un fin de semana de fiesta, llegué al lunes con toda la ilusión de disfrutar mi caldo con dos piezas de pollo, mucha verdura, limón, cebolla, cilantro, un chorrito de salsa verde y, por supuesto, con sus respectivas rebanadas de aguacate. Cuando estaba por llegar a casa, cerca de las 5 pm, llamé a mi hija para pedirle que “pusiera la mesa” y preguntarle si habían comprado un aguacate. Dijo que no.

Entonces, decidí pasar a la verdulería local aunque fuera sólo por uno, ya que traía pocos pesos a la mano. Escogí uno mediano ‒tirando a chico‒ por aquello del dinero y, al pesarlo, la vendedora me dijo: “Son 18 pesos güerita”. Inmediatamente le respondí con un sorprendido: ¿Por qué?

Me regañó horrible diciéndome: “¿A poco no sabes que está a casi 100 el kilo?”. Aparte de que no pude comprarlo, me fui con la vergüenza de no estar al día con los precios del mercado.

Llegando a casa, serví el caldo y, al sentarnos, mi hija, la más “aguacatera de la casa”, me preguntó: ¿Y mi aguacate?  

Después de contarle mi pena y sugerir que a cambio le pusiera más cilantro a su caldo, me di a la tarea de averiguar el por qué del encarecimiento de nuestro “oro verde”. Así me enteré que se debe a dos fenómenos. Por un lado, responde a una baja en la producción y, por el otro, a un alza en la demanda de exportación, principalmente de parte de los estadounidenses. El resultado es que a nosotros nos cuesta más caro.

La verdad es que sí entiendo a los gringos en cuanto a su amor por nuestro aguacate Hass, ya ven que para su Súper Bowl importan más de 100 mil toneladas. Si no, ¿cómo iban a llevar al centro de su mesa el clásico tazón de guacamole? Nuestro aguacate también les es indispensable para el 5 de mayo.

Para valorar el sabor del Hass mexicano hace falta haber probado aguacates de otras latitudes y no sólo el criollo del sureste. La palta colombiana, por ejemplo, ésa que venden las palenqueras de Cartagena, se ve muy apetitosa por fuera, aunque por dentro es algo insípida. De un verde más claro que el nuestro, el aguacate sudamericano sabe más a fruta y menos a mantequilla. Cuando uno lo prueba entiende bien por qué el mexicano es el preferido en todo el mundo.

Y, aunque hay cerca de 60 países productores de la fruta, México sigue ocupando el primer lugar en producción y exportación. Compiten con nosotros República Dominicana, Colombia, Perú e Indonesia.

De acuerdo con el Secretario de Desarrollo de Michoacán ‒el Estado de mayor producción nacional‒, el encarecimiento del aguacate continuará unas semanas más hasta que crezcan las frutas que aún están en las huertas. Con razón en los supermercados están muy verdes, o sea, inmaduros aún.

Ojalá el encarecimiento no se extienda más, porque no soportaría que mi hija me preguntara otra vez: ¿Y mi aguacate?

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