Para muchos es muy complicado entenderlo, aficionados, periodistas, entrenadores, directivos, entre otros, no pueden concebir la idea de que un jugador de América pase a las Chivas o viceversa.
Ha pasado, pasa y seguirá pasando en nuestro futbol y en el mundo.
Primero veamos el lado romántico, el de los puristas del balompié, que no pueden aceptar que un futbolista juegue en dos equipos que históricamente son archirrivales, lo ven como una traición a la camiseta; ven al jugador como un mercenario que únicamente le importa lo económico y no los sentimientos de la afición, ni los colores; los tachan de no tener ética, de vendidos y no ven la parte humana, esa que nos habla de una persona común y corriente, que se gana la vida pateando un balón y cuyo objetivo es continuar con un trabajo que le genere un buen salario para asegurar su futuro, el cual en el caso de un jugador, debe ser prioridad, ya que su carrera terminará entre los 35 y 40 años si bien les va.
Lo que ha hecho Oribe Peralta es algo que muchos han hecho, y siempre será la misma historia, que si era o no un referente y por eso duele más, que era un cualquiera, en fin, mi forma de verlo es la de una persona que quiere seguir jugando y que quiere seguir cobrando, que vio en América una oportunidad y la aprovechó, pero que ahora ve otra en el rebaño y la quiere aprovechar.
Entrando al tema futbolístico, Guadalajara debió pagar antes por Oribe, incluso previo a que firmara con las águilas, no en la etapa final de su carrera. ¿Qué tanto podrá aportarle Peralta en estos momentos a los tapatíos? Sabemos que es alguien que deja todo en la cancha, pero los años ya han causado estragos en el campeón olímpico. Chivas se equivoca en fichar a Oribe, prefirió pagar por alguien que esta más cerca del retiro que darle oportunidad a un tipo como Macías que tuvo que ir a León a demostrarle al dueño de su carta, que cuenta con la calidad suficiente como para brillar en suelo jalisciense.
Veo un solo ganador en este trato, y ese es Oribe. De verdad espero que calle bocas y triunfe, y demuestre su calidad de jugador, demostrando que no importa la camiseta, que él dará todo por el club que representa.
Gente, basta de ser hipócritas, piensen por un momento qué pasaría si en el ámbito que se desarrollan, los tienen “en la banca”, y llega una oportunidad de la empresa con la que siempre han competido, esa que no quieren ver ni en pintura, pero que ante las circunstancias, es mejor “fichar” con ellos, que mantenerse en la sombra, en esa donde el jefe pocas veces voltea a decir gracias o incluso a pedir algo. No se trata de lealtad, se trata de aprovechar las oportunidades y de que alguien valore la capacidad que se tiene y se aproveche de ella en el buen sentido, dando oportunidades de crecer.
¿Ustedes que harían? ¿Aún creen que lo de Oribe es horrible?