Muchas mujeres han apoyado la lucha política de Andrés Manuel López Obrador y hoy que está en el poder sólo pueden sentirse abandonadas, sin guarderías para sus hijos ni albergues para resguardarse de la violencia familiar. Ellas son las viudas de la Cuarta Transformación (4T).
Entusiastas y decididas. Fueron la voz solidaria y el rostro combativo en la protesta que el tabasqueño encabezó en 1996, cuando bloqueó instalaciones de Pemex; en 2006, cuando se rehusó a aceptar la derrota electoral y escenificó el plantón de Reforma por 47 días; así como en las campañas electorales de 2012 y 2018. Brigadistas incansables que esperaban a su rayito de esperanza largas horas, bajo un sol furioso o una lluvia incesante.
Hoy, con el pretexto de combatir la corrupción, la 4T ha puesto en marcha una serie de recortes presupuestales y ha establecido nuevas reglas de operación de programas sociales que se aplican a rajatabla, sin una pizca de sensibilidad ni orden.
A casi 100 días de su gobierno, las viudas de AMLO están, desesperadas, excluidas, afectadas; se sienten derrotadas, desatendidas y repudiadas. Deprimidas por sentirse ignoradas de una administración que les significaba un cambio verdadero. Decaídas y apagadas, así se sienten.
No es para menos. Primero cancelaron el Programa de Estancias Infantiles de la Secretaría de Bienestar. De un solo golpe, quedaron fuera 327 mil niños que acudían a más de 9 mil guarderías establecidas en todo el país, sin considerar su derecho a la educación, a la estimulación temprana y a vivir en condiciones de bienestar.
“Tenemos pruebas de que el dinero o no llegaba o llegaba con ‘moche’. Tenemos muchas pruebas de eso. Vamos a presentarlas“, justificó López Obrador en una de sus conferencias mañaneras. Seguimos esperando las pruebas, pero el recorte ya fue aplicado.
Algunas familias se han visto obligadas a realizar un gasto imprevisto para pagar guarderías particulares o contratar a personas sin preparación para el desempeño de labores de cuidado, lo cual constituye un riesgo para su integridad y seguridad.
No todos los niños tienen la fortuna de tener abuelitos a los cuales recurrir, como desafortunadamente sugirió el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa. Y aun cuando fuera así, ellos ya cuidaron a sus hijos y no necesariamente están en condiciones de enseñar a los pequeños en esos primeros años que son cruciales en su formación.
Por si lo anterior no hubiera sido suficiente, ahora resulta que también están en riesgo los Refugios para Mujeres Víctimas de la Violencia machistas y de género, donde se les brinda alojamiento seguro y confidencial para que ellas, sus hijos e hijas, puedan sobreponerse, reconstruir su auto- valoración y dar los primeros pasos para restablecer una vida con independencia.
Vivir libre de violencia es un derecho humano que la 4T pone en riesgo. Son situaciones de vida o muerte que el gobierno de López Obrador aborda con la mayor frivolidad.
“Mire, me di una escapadita, aprovechando que él no está en la casa. Me dio una golpiza, ya ve, traigo el brazo fracturado, también le rompió la nariz a mi niño pero nos logramos escapar. Vine por mi dinero, ahora sí voy a abandonarlo”.
Esos es lo que el lopezobradorismo quiere que expresen esas mujeres al acudir a oficinas burocráticas para expresar sus casos. ¿Cómo le van a dar el dinero, en efectivo o con una tarjeta? ¿Cuántos moretones o fracturas deben mostrar para que no la acusen de corrupción, de querer lucarar con la ayuda?
Las mujeres víctimas de violencias extrema requieren protección y apoyo profesional inmediato porque su vida y la de sus hijas e hijos corren peligro real. Proponer que tengan que acudir a una oficina a tramitar apoyo económico es sencillamente una oferta fuera de la realidad y que además vulnera derechos humanos.
Los Refugios de las Organizaciones de la Sociedad Civil cuentan con las capacidades de proveer una amplia gama de servicios de protección y apoyo necesarios para acompañar profesionalmente a las sobrevivientes, quienes se encuentren en riesgo de ser víctimas de feminicidios.
Las políticas públicas no pueden ser clientelares ni asistencialistas, porque invariablemente provocarán abusos de poder, alentarán la corrupción y la desviación de recursos. En eso estoy totalmente de acuerdo. Pero para ello, antes debe haber planeación, el establecimiento de reglas claras y la transparencia. No la improvisación como cada vez parecer ser más el signo de este gobierno.
